viernes, 31 de mayo de 2013

Me gusta la gente

Me gusta la gente, no lo puedo evitar!

Me gusta mirarla en la calle, cuando me la cruzo, me gusta buscarles los ojos, me gusta colarme en sus vidas imaginándome dónde van, que piensan, como están.

Y me gustan los turistas y viajantes, porque al fundirme con ellos yo también estoy de viaje y los paisajes cotidianos a mis ojos se convierten en los  fascinantes análisis antropológicos en los suyos, como cuando soy yo la que viaja a un país desconocido. Me gusta que me ayuden a quitarle el polvo a la cotidianeidad, y a ver con una nueva mirada.

Y me gustan especialmente los peregrinos.

En los alrededores del Camino los peregrinos forman parte del paisaje, uno ya no se sorprende ni los mira curioso, porque vienen a ser todos muy parecidos, y hay un reguero de ellos invierno y verano. Les une el atuendo, pero sobretodo la atmósfera que crean a su alrededor, el aura que en otros tiempos le llamarían de santidad y ahora yo calificaría de serenidad.. Han asimilado la escala humana respecto el mundo a través de las distancias y lo que cuesta recorrerlas, conocen perfectamente sus límites, y eso les da paz y se les ve en la cara.

Yo no he hecho el Camino, me encantaría, algún día lo haré, de eso estoy segura, pero intuyo que algo de eso debe haber en la felicidad que todos dicen alcanzar. Más que felicidad debe ser sosiego, y eso, sobretodo en un mundo tan desbocado como el nuestro, es un bien muy preciado.

En los aeropuertos, estaciones de tren o autobús, y espacios públicos con gente en general (terrazas, parques..etc) tengo esos dos grandes (y fascinantes) entretenimientos: mirar con ojos ajenos y escuchar y colarme en conversaciones ajenas. Lo que viene siendo una cotilla, vaya ;-)

Pero no puedo remediarlo! Incluso cuando estoy con gente tomando algo. Mi marido ya lo sabe y me recrimina que ya tenga la parabólica puesta cuando estoy manteniendo una conversación con él en una terraza, pero también sabe que soy capaz de ambas cosas a la vez y de que además no puedo remediarlo, así que al final ha optado por decirme: luego me lo cuentas, jeje!

Os imaginareis mi inmensa alegría cuando leí al gran Juan José Millás no sólo reconociendo esta misma debilidad sino utilizando a sus "espiados" como plato principal de muchos de sus articuentos, así que me tomo la licencia de emularlo!

Ayer puse al límite mi capacidad auditiva y de observación (sin éxito alguno) para recomponer la historia de dos hombre ya maduros, de unos 60 años, que esperaban un vuelo.  Luego supe que era Bilbao, pero fue lo único que saqué en claro y no lo hice por mis propias capacidades deductivas sino porque lo dijo la señora de megafonía y uno de ellos levantó el brazo señalando al cielo para alertar al otro, que asintió con un gesto apenas imperceptible. Y luego, transcurrido el rato suficiente como para que la cola descrita en el anterior Volando Voy ya se hubiera disuelto, se levantaron y se fueron (propio de señores muy volados).

El que tenía de frente (y que me despertaba más curiosidad) era un señor (un caballero, más bien) alto, delgado y con una pose corporal de esas que ya son elegantes de fábrica, como si los huesos ya fueran de buena cuna. Con el pelo cano y los ojos azules, debió ser guapo en su juventud, o al menos agradable. Cuidado, pulcro y con un tono de voz exquisito. Tan exquisito y educado que precisamente por ello apenas si cogía palabras sueltas al vuelo, lo que entiendo fue lo que me hizo arder de curiosidad.

Primero deduje que eran médicos madrileños (el castellano que utilizaban era sin inflexiones gallegas, a las que éstos son tan dados, y era un poco como de ningún lugar) que habían venido a Santiago a uno de esos congresos q se montan los médicos. Pero luego me alertó que hablaban de Panamá, que no me cuadra con médicos, y además he buscado en http://congresos-medicos.com/pais/espana/?pag=1 y no he encontrado ningún evento en estas fechas.

Y encima llevaban una troley exactamente igual, de piel, muy cuadrado y rígido, prácticamente un baulito. Eso me desconcertó. Pensé si no serían militares de altísimo rango, que les daban las maletas de uniforme. Cuando me llegó la palabra "astilleros" pensé que eso reafirmaba la tesis de militares de la marina (del tipo ingeniero civil, porque sino irían con uniforme, digo yo), pero cuando levantó el dedo a la señal de Bilbao me desmontó.Y como yo he leído mucho y me encantan las novelas policíacas ya me he puesto en plan sabueso, y fíjate tu que he averiguado que el 1 y 2 de junio son los días de las fuerzas armadas, y de que tenemos 15 buques por el mundo (y podemos saber dónde se encuentran en estos momentos, el Elcano cruzando el Atlántico Norte) y 133 personas en ellos.

También he visto que la Armada ha interceptado un buque cazatesoros (en la foto) por el Mar de Alborán, lo que evidentemente ha disparado mi imaginación y me ha llevado a las novelas de Reverte. Pero no hay nada en Bilbao, sí lo habrá en Ferrol, lo que me lleva a pensar lo que cambia todo cuando tu creías que uno iba y en realidad volvía, pero estos creo que ni iban ni venían de Ferrol, porque las fechas no me cuadran.


Conclusión, que me quedé con las ganas, que si el señor hubiera tenido 20 años menos se habría pensado que le estaba tirando los tejos porque me pilló como 4 veces mirándolo (se oye mejor cuando se mira, por eso cuando voy sin gafas no oigo nada), y que hay tantos mundos como personas y ojalá no tuviera que trabajar y me pudiera dedicar a sentarme en las terrazas a viajar por vidas ajenas. Eso sí,sólo un rato, que como la mía, por suerte, ninguna! Sólo me doy una vuelta para volver mejor, aunque a veces las "Vueltas al Cole" tras los viajes sean duras. Curioso, a esta misma conclusión llegué con la lectura en el post de Libros y Tripis!

Y hablando de lecturas y para terminar, he leído por casualidad seguidos (estaban en ese orden en la pila de libros de la mesita de noche) a dos suecos (ultimamente no hay más que suecos??)  que se dedican ambos a marear a sus protagonistas por el "mundo adiante" (galegos dixit) con el mundo y su historia de escenario común. El abuelo que saltó por la ventana y se largó  de Jonas Jonasson (Jonás hijo de Jonás, estos nórdicos son la pera) y El cerebro de Kennedy de Henry Mankell. La primera me encantó y la segunda me decepcionó, pero leídas seguidas es como más me han aportado, porque todo lo que la primera tiene de brillante y con sentido del humor, la segunda lo tiene de oscura, iracunda y pantanosa. Son dos maneras de tomarse la vida y el mundo en el que vivimos, con sus extravagancias, miserias y surrealidades reales como la vida misma.

Las consecuencias directas de cómo te la tomes caerán sobre tí y tus cercanos como el rayo de Neptuno, así que piensate bien de qué lado estás.


 A mi me gusta la gente, los que conozco son buenas personas, y los que no conozco pero juego a inventarme sus vidas también lo son, aunque sean licencias literarias, me hacen la vida mejor ;-)!

A mi me gusta la gente

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