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miércoles, 8 de octubre de 2014

Un ratito de gratitud

Gracias, gracias y más gracias.

Por la vida, que me ha dado tanto, como diría Violeta Parra.

Por tantos motivos deberíamos dar las gracias cada día al levantarnos, y cada noche al acostarnos, que al final no darlas no deja de ser un signo inefable de lo perfectísimamente bien que estamos, y siempre hemos estado, queja mediante.

 Ayer empecé (y casi acabé) "Si te dicen que caí", de Juan Marsé.


Todavía tengo una pelota incrustada entre el esófago y el estómago, una retroexcavadora con bulldozer ha entrado en mi aparato digestivo y se me ha llevado parte del alma que guardo allá y ahí ando intentando recomponerla, sacar la pelota y devolverme la fisiología que debiera estar en su lugar.

Brutalidad. Dolor enquistado en la corta memoria infantil de los niños protagonistas, rotos y ya viejos. Personajes sórdidos absolutamente faltos de toda moralidad. Violencia sexual. Sociedad putrefacta. Y Barcelona, años 40 de telón.

Y para más inri las calles que piso cada día. Secretàri Coloma, Escorial, Legalitat, Providència. Hoy ciudad ejemplar, con sus tiendas y sus bares, sus personas mayores sentadas al sol, su ajetreo de barrio. Sus acera arregladas, los edificios de pisos dignos y decentes. La calle limpia. La escuela rebosante de niños alegres. Que no juegan a que torturan, que no comen de entre las basuras, que no se ponen azufre en la cabeza para combatir la sarna. Que no se prostituyen por 4 chavos.

Niños que no tienen el recuerdo de sus padres fusilados, ni colgados, ni humillados. Niños cuyas madres son razonablemente felices, entre sus estreses laborales y sus conciliaciones, pero amigos, amigas, bendito problema!

75 años han pasado. Sólo una vida. Marsé y tantos otros están ahí para contárnoslo. Nos cuentan ellos lo que nuestros abuelos han callado. Porque lo sufrieron en sus carnes y recordarlo es revivirlo o porqué en su momento pudieron escoger no quererlo ver, se amarraron bien fuerte y a consciencia la venda en los ojos y ahora, a estas alturas, el paso del tiempo lo pone en bandeja para hacerlo todavía más insignificante. Más irreal. Probablemente hasta lo hayan conseguido olvidar. Ellos han ganado. Ya casi nadie sabe ni quiere saber lo que ocurría hace una vida.en los descampados alrededor del campo del Europa, en el Guinardó, en el Carmelo, en las faldas de Montjuïc,  en el Somorrostro.Ya nadie se acuerda de la miseria. Somos una ciudad opulenta, rica y orgullosa. Estamos entre las 10 más turísticas del mundo. La mierda se ha barrido bajo la alfombra del olvido.

El Carmelo y el Guinardó son, sin ser de lujo, barrios dignos con todos los servicios. Montjuïc es una zona ajardinada y monumental, testigo orgulloso y mudo de los fastos de la Barcelona Olímpica. El Somorrostro ha quedado enterrado por la arena de la Barceloneta, las icónicas torres Mapfre y el pez dorado, así como por el resto de la Vila Olímpica. En el Raval, en cambio, la miseria continúa, pero esta vez los emigrantes vienen de tan lejos que nos cuesta empatizar, y la venda en los ojos vuelve a apretarse.

Yo no soy de los que se quejan de que Barcelona sea ahora un escenario de cartón piedra sin personalidad, para rodar anuncios de coches y darle un marco coherente a las obras de Gaudí. No extraño esa Barcelona de moral carcomida, de vencedores y vencidos. De muy vencedores y de extremadamente vencidos.

Me siento afortunada de haber llegado a ella con este lapso de vida que me ha ahorrado vivencias desgarradoras, difíciles de sobrellevar con dignidad el resto de tu vida. Me maravillo de que en sólo una vida las heridas hayan cicatrizado, que la dignidad haya sobrevivido.Se las llevan, las unas y la otra, sus víctimas a la tumba. Nos las han ahorrado. Y la prosperidad ha hecho lo demás.

No digo que antes fuera mejor, esa cínica e insultante afirmación merece embucharle al susodicho la bibliografía completa de Marsé, Gil de Biedam, Terenci Moix y Vázquez Montalbán en 24 horas y que escuche luego testimonios reales, a ver que tan "auténtico" le parece! (Sacaremos a Mendoza de ahí porqué sería capaz de no entender más allá de la ironía graciosa de sus hilarantes peripecias.)

No era mejor. Ni mucho menos. Pero aunque duela, aunque se nos lleve un trozo de esófago por el camino, o precisamente por eso mismo, hay que conocer esa Barcelona. Para valorar la de ahora. Para valorar este momento, esta vida. Esta paz (aunque haya quien la quiera tergiversar), esta prosperidad (aún con la que está cayendo), el respeto por los derechos humanos y la protección férrea a nuestra infancia. Para crecer. Para madurar.

Y para dar las gracias a quien corresponda. Para tener un ratito de gratitud.






miércoles, 11 de junio de 2014

La maravillosa terapia de mandarlo todo tomar por el culo

Por fin!

Por fín me he decidido a mandarlo todo a tomar por el culo!

Que muerto me he quitado de encima! Que muerto no, que morgue!!

Ya está. Después de 4 años picando piedra para sacar chirlas, inventándote y reinventándome y volviéndome a reinventar.

He pasado de tener una pequeña ingeniería con 4 personas a ser ingeniera free lance sola con colaboradores conforme los proyectos iban cayendo y la capacidad de financiación iba ahogándome más y más.

He pasado de facturar 120.000 € anuales a no poder costearme autónomos, que he pagado religiosamente sin que por ello tenga a cambio ningún derecho de paro que me facilitara el paso que voy a hacer ahora.

He pasado de redactar proyectos, dirigir obras e incluso ejecutarlas a gestionar y limpiar pisos turísticos.

Me he levantado nuevas actividades de cero que pudieran contribuir a saldar la deuda generada por la actividad anterior:

- He montado y gestiono una casa rural a distancia.
- He creado un coworking que ahora está a pleno rendimiento.
- He montado un piso vacacional con un 9'7 de media de 26 comentarios a pleno rendimiento.
- He creado y atendido tres cursos online de nivel universitario por el que han pasado un centenar de alumnos a los que me he dedicado en cuerpo y alma
- He co-creado un curso a nivel de máster de un colegio profesional en el que me he volcado para que aprendieran un software que no tenían ningún interés particular en aprender.
- Estoy montando una iniciativa para crear programas para estudiantes extranjeros en prácticas en Barcelona
- Y estoy creando dos cursos MOOC para una academia de Nueva York.

Y todo esto sin ver apenas un duro, no me preguntéis cómo lo he conseguido porque ni yo misma lo entiendo, tendré que reflexionar acerca de mi patológica aversión a ganar dinero, el día que me decida y tenga pasta para hacer terapia.

Puede que tenga que ver con que cuando levantas todo tan de cero nunca te alejas demasiado del cero, y después de invertir mucha energía, esfuerzo y tiempo (del que no dispongo, por lo que todavía es más valioso) no llego más que al uno o al dos. Y así una no se quita de pobre y en cambio llega a límites de agotamiento crónico, angustia y una terrible sensación de que arrastras un carro lleno de piedras.

Y no tengo más energía. Hace tiempo que he llegado a la reserva y ya estoy grimpando el motor.

Antes de que explote, he decidido hacer terapia: la terapia de mandarlo todo a tomar por el culo!

Y no sabéis la sonrisa que se me puso en cuanto me día cuenta que esta vez si, esta vez en lugar de dar vueltas y vueltas a mi malestar crónico como un ratón atrapado en un laberinto tomaba una decisión, firme y drástica.

Me voy al paro!

Al paro relativo, pero como si fuera paro.

Para empezar me doy de baja de autónomos, julio va a ser mi último mes después de 10 años cotizando y sólo este paso me aligera la mitad del peso. Porque pagar autónomos no es sólo pagar 260 € al mes.

Cuando pagas autónomos haces un pacto con la sociedad, en el que renuncias al estado paternalista y asumes la responsabilidad de tu vida profesional. Asumes que vas a carecer de unos derechos que para quien nunca los ha disfrutado se le antojan un auténtico lujo asiático. Vas a carecer de ellos porque apuestas por tí. Apuestas a que te vas a saber buscar la vida, a que vas a saber aprovechar y generar contactos, a negociar con tus clientes y proveedores, a ser mejor o venderte mejor o ambas cosas que tus competidores, a conseguir buenas financiaciones con los bancos, a aprender a administrar tu tiempo y la carga de trabajo que te auto asignes, a controlar tus emociones y a conciliar y separar los problemas que quieras o no se van a acostar contigo y tu vida familiar.
Si eres profesional liberal además tienes que ser bueno en tu área de conocimiento y estar siempre al día.


Apuestas a que no sólo lo sabrás hacer sino que la suerte también se pondrá de tu parte, y la coyuntura económica, y la salud.

Cada mes que pagas autónomos te reafirmas en esto, y es un voto con el que has de comulgar sí o sí, y asumir en silencio y con responsabilidad porque nadie te ha obligado.

Esa carga pesa infinitamente más que los 260€.

Para mí dejar de pagar autónomos y pasar a engrosar las filas del paro me parece un alivio.

Ya no puedo seguir en esta trinchera.

Asumir la derrota o la incapacidad (temporal o no, bastante tengo por hoy como para preocuparme del mañana) para llevar a término este gigantesco esfuerzo que implica levantar la persiana me ha aliviado inmensamente. Me he auto eximido de esta obligación auto impuesta.

Me voy a las listas del paro. A esperar pacientemente que alguien me encuentre, me ofrezca lo que necesito ahora (media jornada, poca presión, cero preocupaciones en cuanto acabe mi jornada laboral y salario y SS a fin de mes) y hacerlo lo mejor que esté en mi mano (sin extralimitarme en mis funciones, que me conozco). A que el estado se ocupe de mi paro, de mis enfermedades, mi pensión, que mis impuestos sean regulares y no tenga que financiar continuamente al Tesoro Público ni me sangren a impuestos absurdos y desproporcionados. A tener unos derechos que me amparen, que por violados que anden últimamente no dejan de serlo, frente a la absolutos indefensión del autónomo.

Me voy porque mi marido me lo puede regalar, porque puede hacer el papel que en la mayoría de casos, al menos durante un par de años hace el estado. Evidentemente no me va a pagar una prestación, o un sueldo que viene a ser lo mismo. Pero aportará como ya lleva tiempo haciendo mi parte contratante. Y yo a cambio dejaré de aportar nubes negras, angustias, dolores continuos de estómago, reglas endiabladas y llantos a media noche. Creo que es un buen negocio.

Me voy y mientras no aparece el trabajo ideal cuidaré de mi casita rural a distancia, que es nuestra y puede dar y dará más de sí, y daré algunas clases si surge, siempre y cuando no tenga que darme de alta de nada al ser docencia.

Y voy a destinar mi energía a criar a mis hijas con templanza y alegría, a no ser el saco de nervios desbordado en el que me he convertido justo estos últimos años que coinciden con su existencia.

No es justo y no hay necesidad.

Así que todo lo otro.... A TOMAR POR EL CULO!

Adiós Coworking, adiós Living, adiós MOOCs, adiós UNAUS, hasta luego Internships, ya veremos Caminos, adiós ríos, adiós fontes, adiós regatos pequenos, adiós vista dos meus ollos, non sei cando nos veremos, ojalá nunca máis!!


Hola calma, hola simplicidad, hola cosas pequeñas, hola sonrisa, cuánto tiempo sin verte por aquí!!! Hola paro. No me asustas, me gustas! :-)














viernes, 11 de abril de 2014

Viviendo de sobresueldos

Hay que ver lo cegatos que somos unos con nuestras propias vidas y actitudes!

Han tenido que pasar estos últimos cuatro años, con sus 48 meses, como toda una vida (la de Laura), y cuanta medida del tiempo que lo haga más o menos largo o corto (que es lo que tiene el tiempo), para darme cuenta de lo óbvio!

A saber, que hay una clara desconexión entre lo que sigo creyendo que soy y lo que soy, profesionalmente hablando.

A saber, que cuando me preguntan sigo diciendo no sólo que soy ingeniera (que eso mal que bien lo seguiré siendo toda la vida) sino que ejerzo de tal, o al menos lo intento.

Cuando la realidad es que en cuatro años he redactado un estudio de viabilidad y un proyecto.

Y en la misma semana (a saber, ésta) han caído dos presupuestos que me pidieron a su vez la misma semana de hace cuatro meses (si, en ingeniería/consultoría se manejan estos plazos que arruinan la tesorería de cualquiera :-( ) y que me habían devuelto cierta ilusión de que el agua volvía a sus cauces.

No sólo han caído éstos, sino que ha vuelto en forma de marrón un (el) proyecto de hace dos años (si vuelven es en forma de marrón indefectiblemente, otra lección de introducción a la ingeniería).

A lo que voy, que me disperso! Que estoy viviendo de sobresueldos que me he ido inventando para salir del paso, pero con la paradoja de que les sigo llamando sobresueldos a lo que en realidad es el sueldo, y lo que debería ser sueldo no sólo es vacío sino agujero negro en el que entierro horas inertes de presupuestos, de intentos y de absorción de marrones pasados que se ejecutan ahora sin ver un solo €!

Para que el vacío monetario no arrastrase al existencial profesional me he ido dedicando durante todo este tiempo a explicarle a quien a tenido a bien escucharme (o al menos oírme) que yo en realidad hago proyectos, sólo que no tengo clientes que me los contraten.

Siempre que lo digo pienso que si hablara en inglés sería muy adecuada la expresión "I used to work as engineer" o "I used to draft projets". Como habló en romances otros varios digo cursiladas como "solía hacer proyectos".

Visto así bien pudiera parecer que lo tuviera asumido. Pero no es cierto. Basta con analizar que alguien que se defina profesionalmente en pasado y en negativo está teniendo un problema!

Luego añado la coletilla de que hago cositas para ir tirando mientras no vuelven las cosas tal y como las conocí y entre las que me crié profesionalmente hablando. A saber: ayuntamientos y demás administraciones públicas que contratan estudios y proyectos.

Ya va siendo hora que dignifique y les de el lugar que se merecen a estas cositas, actividades varias con contraprestación económica.

Algo habrá hurgando en mi interior de orgullos casposos y vanidosos, y de la sensación de que se ha invertido mucho en mí para hacerme una profesional de provecho (=ingeniera), y en cambio aquí ando, como quien dice en el McDonald's.

Pero no es cierto. No estoy en el McDonald's. Sigo -nunca lo he dejado de hacer- generando actividad a mi alrededor, y casualmente con lo que siempre he flirteado: docencia, turismo y emprendeduría.

Al final, el €/marrón de ingeniería/consultoría sale demasiado barato, o caro, según se mire, y me merezco vivir mejor! Llevo diez años en este IAE y ocho ejerciendo como tal. Si la ingeniería siempre fue una actividad de volumen (lo de valor añadido o calidad es pura patraña, desengañémonos) cuando cae el volumen sólo queda la esencia, que es marrón mal pagado tras marrón mal pagado, sólo que más espaciados y sin retribución económica. Esto no hay costura que aguante, y mantenerlo roza el masoquismo!


Hoy mismo llamo al gestor para que me cambie la etiqueta y añada (¿substituya?) a la de turismo, la gente de vacaciones es infinitamente más amable que los contratistas y los clientes lo toman o lo dejan, no te sacan la sangre y el sudor con sanguijuelas a cambio de 4 duros!

Así que me presento: me llamo Maria y me dedico a varias cosas a la vez: a recibir turistas en los alojamientos que gestiono, a escribir posts/guías de Barcelona y Galicia que es lo que siempre me ha gustado, a gestionar el Coworking, a dar alguna charla de emprendedores cuando me la piden y mantengo mi amor por la cartografía y la docencia con las clases on line que con suerte parece que se repiten para el año que viene!

Y a la ingeniería que le den por saco!!! Yeah!

sábado, 18 de enero de 2014

La armónica de la chabola

Parece que demasiados meses (meses?!, glups!) después del post del alma de mi casa no sólo sigo con casa sino que también con alma, y cada vez mejor puesta! Después de una serie de frikadas que por motivos óbvios no voy a describir aquí por temor a perder mi escasa credibilidad hemos conseguido que la harmonía entre a este nuestro hogar, y tanto es así que a modo de reconciliación me he propuesto escribirle una novela a la casa!

Como la casa tiene algo más de un siglo, la idea es que las distintas vivencias de una misma família a lo largo de generaciones vayan quedando reflejadas en sus páginas, y a raíz de esto, he empezado a informarme de la historia de mi barrio (o si no mío porqué no le tengo demasiado apego, el barrio en el que vivo).

Y con esa mirada de quién lo hace desde fuera, con ojo curioso y diseccionador y las historias que voy aprendiendo me voy forjando una idea de lo que debió ser este barrio del Coll.

Vivo detrás de las colinas de Barcelona, de los llamados 3 "turons", en la estrecha hondonada a la que el sol apenas roza entre el turó del Parque de la Creueta y el del Carmelo, con la consabida humedad de la ciudad internándose por los tuétanos de las viviendas de semiautoconstrucción y las calles maltratadas por las pendientes imposibles y su estrechez, en las que deben convivir ridículas aceras, coches, postes de madera de los que cuelgan enjambres desordenados de cables, contenedores y baldosas levantadas. La luz de las farolas escasea, y las papeleras también, las cacas de perro generan menos vergüenza aquí que en otros barrios en algunos de sus dueños humanos y dado lo deprimente del escenario no se esfuerzan en sacarlas, porque tampoco viene de aquí.

Es curioso (pero absolutamente lógico) porque a la que cambia la orientación de la ladera, o el nivel
de soleamiento, lo que eran casas toscas, edicios de pisos de escasa altura y menor calidad arquitectónica se convierten en torres de lujo con jardín y aparcamiento privado, y el espacio público lúgubre se puebla de árboles en la acera, cables ordenados y anchas calles.

Pero mi cachito de monte es el oscuro. He de decir que es un tanto deprimente. Y que si tuviera que escoger, nunca hubiera escogido estés barrió para vivir. Pero ya que la vida me ha llevado a él, procuro sacarle el mayor provecho y aprender de lo que veo.

Poco a poco voy embebiendome de la historia del barrio, larga, pues se remonta como poco a los romanos al pasarle una de las vías de entrada a Barcelona, y compleja, puesto que bascula entre las más altas élites barcelonesas de su época de esplendor modernista y la autoconstrucción de las laderas del Carmelo de las oleadas de la emigración de los años 60.

Las piedras van quedando para que generaciones posteriores juguemos a imaginarnos historias pasadas, como hago yo, y que quizás os vaya hablando.

Pero luego está la gente, la de ahora, la de carne y hueso, la que me cruzo en la calle.

Y de la gente también aprendo.

He aprendido que en el solar de enfrente vive gente. Ese solar en el que según nos cuenta un cartel medio oxidado ya debían haber construido una supuesta superpromoción, parada desde que empezó la crisis (aquí las superpromociones llegaron poco pero la crisi llegó mucho...curioso, pero lógico también!).
Resulta que la superpromoción se ha convertido en una barraca, una chabola vaya.
Sólo se ve desde un ángulo de la calle, en mi caso estirando el cuello. Pero cobijados entre las vallas que protegen el solar de gente como ellos han encontrados ellos su refugio escondido perfecto...curioso pero lógico!

Creo que son dos, pero sólo he visto una. Además habían varios carritos de estos con la estructura cochecito de bebé customizado con caja de rejilla para ir acopiando los hallazgos de los contenedores. Y un montón de chatarra. No es el mejor barrio para andar carreteando, pero digo yo que su nuevo hogar les compensará el trajín por estas cuestas!

Esta noche he oído el sonido de una armónica, creo que viene de allá. No es mal invento el de la armónica, ameniza veladas frías como la de hoy, en barracas (iba a decir sin luz pero la tienen, pinchada a la red). Es un instrumento barato, pequeño, no se desafina y no pesa, y en cambio su sonido, a pesar de ser metálico, suena a cálido y a taberna, y huele a leña quemando, quizás se calienten con la armónica!

Un poco más arriba viven los okupas de la antigua lechería, ellos la llaman la letxería porque les debe sonar a euskera y eso a anarkista, no sé muy bien cómo debe ir la cosa, es curioso y no deja de tener cierta lógica, aunque yo no lo vea.

Estos sin conocer yo las condiciones en las que viven, que me imagino como poco austeras, tienen una pinta de lo más normal y corriente, no estoy muy puesta ahora en el movimiento squoter, pero la estética de sus habitantes desde luego ha cambiado de 20 años a esta parte. Ya no es rollo punk, las chicas al menos podrían ser perfectamente yo, y de edad también, son como okupas asentados. Y llevan mucho tiempo en el barrio.

Me gustaría un día entrar y que me invitaran a tomar un café! Tocando prácticamente pared con pared, no estaría de más! Al fin y al cabo somos vecinos y nos saludamos por la calle!

Todo esto me lleva a pensar en cuántos tipos de modus vivendi hay, y en la misma ciudad, y en mi caso en la misma calle! Qué cerca está la pobreza y que pobres nos estamos volviendo todos.... En mi casa no me criaron diciéndome que era rica ni pobre, éramos de clase media alta, pero eso lo supe luego,

Ahora, que mi nivel adquisitivo va lenta pero constantemente cayendo, que lo que de pequeña era normal ahora es un lujo que no me puedo permitir (esquiar, viajar, ir de restaurantes cada fin de semana, comprarme tres o cuatro pares de zapatos al año...etc) veo que la riqueza es mucho más homogénea que la pobreza.

Ahora que vamos todos a pobres voy viendo que la paleta de colores de la pobreza es muy diversa, y que tiene muchos fondos. Y que la clase media es muy parecida entre sí, y que encima tendemos a creernos que casi todo el mundo es como nosotros. De algún modo eso lleva a la estigmatización de los que no lo son. Ahora que soy pobre y que vivo entre todavía más pobres me doy cuenta de mi antigua miopía social.

Empezando por la definición de pobreza, la mía de burguesita de no tener para todo lo que te gustaría hacer (que es la que me aplico para autodenominarme pobre porque no tengo para ir a esquiar, ni para comer fuera cada fin de semana, ni para hacer un viajecito al año, ni para comprarme ese vestido tan bonito) o la de los de la chabola de enfrente?

Este mi barrio me presenta más cruda y en la calle la realidad que tantas familias deben estar padeciendo entre las paredes de su piso en pleno ensanche barcelonés, si algo le debo, es que me haya permitido abrir los ojos a otras realidades. Pero que crudo es, leches!

Mientras suene la armónica, no estaremos del todo perdidos.

Simplemente, nos está tocando vivir una época de pobreza, como nuestros abuelos en la posguerra, como los emigrantes que auto construyeron sus viviendas en estas laderas invivibles del Carmelo de los años 60, volverán las barracas y las desigualdades, y educaremos a nuestras hijas en la austeridad, esa de la que se habían olvidado en mi casa, donde las luces no se apagaban y los medios tomates no usados del pan con tomate se tiraban a la basura por no guardarlos.

Que suene la armónica!