Mostrando entradas con la etiqueta Ananda. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Ananda. Mostrar todas las entradas

martes, 23 de abril de 2013

De mis conversaciones ZEN (de pasillo) con Ananda (I)

Esta es una enseñanza.

Uno anhela lo que no ha tenido en su infancia, y a la vez no valora lo que si ha tenido, en la medida tan estudiada desde la economía en que cuanto más limitado es un recurso, más valioso es (ejemplo: petróleo y sus achaques "pedro-y-lobiles" de: ay que se acaba por octava vez en un siglo, sube el petrodolar!)

Esta es la otra enseñanza.

La otra es que la paz y la sabiduría (casi siempre van juntas) radican en la aceptación de los hechos.

Los hechos que nacen de la maldad deben ser más difíciles de encajar.

Pero los hechos simplemente equivocados, o no adecuados a las expectativas que son fruto de una mala gestión interna o de una miopía emocional, o de que simplemente no se ha podido hacer mejor porque no se ha sabido cómo, estos debería ser más fácil de aceptar (y de perdonar).

Sólo (sólo?!) es preciso, poner por encima de tu dolor del "me ha fallado" la aceptación de la incapacidad del otro en colmar tus expectativas.

Ser magnánimo y generoso, entender que la gente es como es, y que somos nosotros los que sufrimos el conflicto en nuestro seno cuando existe fricción entre lo que esperamos de esa persona y lo que obtenemos de ella en realidad.

En la medida en que recibamos lo que ya esperábamos no habrán decepciones ni desilusiones, y como con todo, mejor esperar poco y que lo que venga de más sea de regalo!
 

Esto es de mi cosecha

En realidad es como una ecuación en la que hay dos variables, su actitud y tus expectativas, una a cada lado del igual. Como uno no puede modificar la forma de ser del otro, se convierte en una variable fija. En cambio tus expectativas sí sin variables, así que para igualar la ecuación (conseguir el equilibrio de la relación) es preciso que tu reduzcas tus expectativas hasta llegar a su manera de ser.

Y otra reflexión de mi cosecha:

Damos a los otros lo que esperamos de ellos?

Cambiemos el foco a nosotros: los otros a veces nos hacen daño, o nos decepcionan. Y nosotros a ellos? Estamos dispuestos a dar lo que esperamos recibir?

Por otro lado...debería ser así? Hay gente más generosa que otra, los hace eso más dignos de amistad? Quizás la no generosidad es fruto de un seno familiar que no la ha fomentado, quizás luego no ha aprendido o no ha sabido como redirigir el camino que se forjó en un patrón de egoísmo desde su infancia.

Esperemos poco de ellos, no nos indignemos.

Quiere eso decir que también debemos concluir que nos tiene en poca estima? En absoluto. Probablemente ni se ha dado cuenta de sus actos egoístas, porque el egoísmo llega hasta no constatar que se está siendo.

Aceptémoslo, perdonemos, y decidamos si aún así nos aporta algo. Una vez decidido, y si es afirmativo, no volveremos a sufrir desilusiones, si es que se ha hecho desde la sinceridad y la consciencia. Si nos cuece, es que no se ha hecho bien el proceso, y habrá que volver a empezar. Digo yo.

Las fricciones están dentro de nosotros, y en realidad es una suerte, porque es dónde mejor pueden estar para que las tratemos! Imaginad que tuviésemos que ir cambiando la manera de ser de la gente y que ellos a su vez nos estuvieran intentando cambiar! Que horror, una plaga de evangelizadores!

En realidad, es lo que intentamos cuando reaccionamos con aspereza, enfado, tensión o tristeza a una decepción. De algún modo, sin analizarlo si quiera, estamos enviando el mensaje: me has hecho daño, corrige lo que has hecho, pídeme perdón, la próxima vez hazlo mejor.

Intentamos que el otro se amolde a lo que nosotros esperábamos de él.

Pero son esfuerzos muy desgastantes y casi siempre infructuosos, porque la tensión casi siempre genera tensión, y  manteniendo el supuesto de no-maldad, sino mala gestión de las emociones, el otro no logrará entender qué es lo que nos genera tanta crispación porque si pudiera hacerlo mejor, probablemente lo hubiera hecho.

Si pretendemos "educar" (y cuestiono si tenemos que "educarnos"), es la peor manera que podemos hacerlo.

Además, pretender poner recto un roble torcido es muy cansino, genera muchas penas y no se conseguirá ningún resultado en él (tu en cambio estarás agotado y de mal humor). Si realmente quieres incluirlo en tu vida, siéntate tranquilo a su lado y espera lo mejor de él. Y cuando te levantes procura hacerlo por el lado que no está torcido.

Como dice Ananda, no te lamentes de que el pescado tiene espinas, si tanto te molestan no lo compres, y si lo compras sabiéndolo, no te quejes ni sufras por ello. Cómete lo bueno y procura no atragantarte con una!