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jueves, 7 de enero de 2016

Collares de perlas y ostras de Ferrol

Ayer mi hija mayor no se podía dormir. Imagino que de cansancio, nervios por el viaje de vuelta a Barcelona y porque al llegar se encontraría a sus primas y la cabalgata y los reyes!!! Tanta emoción junta y dispar es difícil de gestionar, yo lo entiendo.

Así que me tumbé con ella como casi cada noche (alterna, una en cada cama, que si no hay furiosas disputas, hay que compartir a mamá!) y me metí acurrucada entre sus sábanas y su tebio cuerpo. La pequeña se duerme en un santiamén, pero a la mayor le cuesta, se resigna pero le cuesta. La cabeza le puede.

Las dos en cucharita nos quedamos un rato, mientras le acariciaba el pelo, pero el sueño no llegaba.

Así que le propuse jugar al juego de los ratos bonitos. Cada una tenía que recordar uno tu uno yo un momento bonito de los pasados estos últimos días en Ferrol, un rato que nos hubiera hecho felices y que al recordarlo y revivirlo volviera una sonrisa de esas que van por libre, que tienen vida propia, que aparecen sin pedir permiso, las verdaderas, las que iluminan.

Fuimos desgranando así cada ratito de felicidad, y pasamos un rato delicioso, más el sueño seguía sin venir, y me pidió un cuento. La mayoría de mis cuentos son inventados, sobre la marcha, según lo que haya pasado aquel día.

Me salió un cuento que me gustó tanto que quiero contarlo aquí...

"Había una vez una sirena muy presumida muy presumida, que siempre quería ser la más bonita de todas. Le encantaban los collares de perlas, porque la hacían muy bella, en su cuello tan largo y moreno. Así que andaba hurgando por las ostras, abriéndolas y molestándolas para ver si guardaban dentro una preciada perla nacarada. Cuando tenía las suficientes se hacía un precioso collar, pero nunca tenía suficientes, nunca se veía lo suficientemente guapa. 
Un día, las ostras, hartas y enfadadas del mal trato de la sirena presumida, se fueron a quejar a la Sirena Sabia. Y al poco, la Sirena Bella, que era como se llamaba, fue llamada para acudir junto a la Sirena Sabia.

- ¿Es cierto que les robas a las ostras sus perlas molestándolas?
- Errr...si, ellas no las quieren para nada! Las esconden a la vista de todos! Y son tan feas pobres!!
- ¿Y para qué las quieres?
- Para estar más bonita
- ¿Y estás realmente más bonita?
- mmmm... la verdad es que no mucho
 - vaya, ¿es que no conoces el secreto de la belleza verdadera?- A la Sirena Bella le chispearon los ojos ansiosa por conocer el secreto
- No....¿hay tal secreto? 
- Por supuesto!! como crees que podría ser yo tan bonita con tantos años y tantas arrugas que tengo!!- y era cierto, la Sirena Bella a menudo se lo había preguntado con cierta envidia
- y...¿yo podría conocerlo?
- Claro, por eso te he llamado. 

Verás, empezó a contar la Sirena Sabia, la verdadera belleza es la que irradía de nosotras cuando somos felices. Pero no siempre somos felices, la felicidad sólo dura a ratitos, pero son ratitos que podemos hacer durar y lamer como a un caramelo. 

Las ostras hacen perlas porque les ha entrado dentro de su concha un grano de arena, una piedrita, cualquier cosa que a la ostra le es incómoda y va creando una capa de nacar alrededor de ella para que le sea menos molesta, cada vez más grande, cada vez más perfecta y redonda, hasta llegar a esas perlas que tanto te gustan. 

Si con esos pequeños ratitos de felicidad haces lo mismo, los vas lamiendo con ternura, suave, despacito, te irá saliendo una sonrisa cada vez que lo hagas, será una sonrisa que te iluminará el rostro, los ojos cambiarán de color y si el ratito ha sido de felicidad verdadera nunca se gastará, al revés, como las perlas, cada vez será mayor tu sonrisa al recordarlo. 

Y así, hilvanando ratitos de felicidad nacarada en forma de sonrisa, que es el más bello de los adornos, te harás bella y radiante, y sin necesidad de robarle nada a nadie, solo estando dispuesta a ser feliz con todos.

Y ahora...a dormir soñando con esos ratitos de felicidad, esas perlas de ostras ferrolanas que su gente, su mar, su pan, su tortilla de patatas y hasta su lluvia repiqueteando en las tejas nos ha dejado. Bona nit....
  

miércoles, 8 de octubre de 2014

Un ratito de gratitud

Gracias, gracias y más gracias.

Por la vida, que me ha dado tanto, como diría Violeta Parra.

Por tantos motivos deberíamos dar las gracias cada día al levantarnos, y cada noche al acostarnos, que al final no darlas no deja de ser un signo inefable de lo perfectísimamente bien que estamos, y siempre hemos estado, queja mediante.

 Ayer empecé (y casi acabé) "Si te dicen que caí", de Juan Marsé.


Todavía tengo una pelota incrustada entre el esófago y el estómago, una retroexcavadora con bulldozer ha entrado en mi aparato digestivo y se me ha llevado parte del alma que guardo allá y ahí ando intentando recomponerla, sacar la pelota y devolverme la fisiología que debiera estar en su lugar.

Brutalidad. Dolor enquistado en la corta memoria infantil de los niños protagonistas, rotos y ya viejos. Personajes sórdidos absolutamente faltos de toda moralidad. Violencia sexual. Sociedad putrefacta. Y Barcelona, años 40 de telón.

Y para más inri las calles que piso cada día. Secretàri Coloma, Escorial, Legalitat, Providència. Hoy ciudad ejemplar, con sus tiendas y sus bares, sus personas mayores sentadas al sol, su ajetreo de barrio. Sus acera arregladas, los edificios de pisos dignos y decentes. La calle limpia. La escuela rebosante de niños alegres. Que no juegan a que torturan, que no comen de entre las basuras, que no se ponen azufre en la cabeza para combatir la sarna. Que no se prostituyen por 4 chavos.

Niños que no tienen el recuerdo de sus padres fusilados, ni colgados, ni humillados. Niños cuyas madres son razonablemente felices, entre sus estreses laborales y sus conciliaciones, pero amigos, amigas, bendito problema!

75 años han pasado. Sólo una vida. Marsé y tantos otros están ahí para contárnoslo. Nos cuentan ellos lo que nuestros abuelos han callado. Porque lo sufrieron en sus carnes y recordarlo es revivirlo o porqué en su momento pudieron escoger no quererlo ver, se amarraron bien fuerte y a consciencia la venda en los ojos y ahora, a estas alturas, el paso del tiempo lo pone en bandeja para hacerlo todavía más insignificante. Más irreal. Probablemente hasta lo hayan conseguido olvidar. Ellos han ganado. Ya casi nadie sabe ni quiere saber lo que ocurría hace una vida.en los descampados alrededor del campo del Europa, en el Guinardó, en el Carmelo, en las faldas de Montjuïc,  en el Somorrostro.Ya nadie se acuerda de la miseria. Somos una ciudad opulenta, rica y orgullosa. Estamos entre las 10 más turísticas del mundo. La mierda se ha barrido bajo la alfombra del olvido.

El Carmelo y el Guinardó son, sin ser de lujo, barrios dignos con todos los servicios. Montjuïc es una zona ajardinada y monumental, testigo orgulloso y mudo de los fastos de la Barcelona Olímpica. El Somorrostro ha quedado enterrado por la arena de la Barceloneta, las icónicas torres Mapfre y el pez dorado, así como por el resto de la Vila Olímpica. En el Raval, en cambio, la miseria continúa, pero esta vez los emigrantes vienen de tan lejos que nos cuesta empatizar, y la venda en los ojos vuelve a apretarse.

Yo no soy de los que se quejan de que Barcelona sea ahora un escenario de cartón piedra sin personalidad, para rodar anuncios de coches y darle un marco coherente a las obras de Gaudí. No extraño esa Barcelona de moral carcomida, de vencedores y vencidos. De muy vencedores y de extremadamente vencidos.

Me siento afortunada de haber llegado a ella con este lapso de vida que me ha ahorrado vivencias desgarradoras, difíciles de sobrellevar con dignidad el resto de tu vida. Me maravillo de que en sólo una vida las heridas hayan cicatrizado, que la dignidad haya sobrevivido.Se las llevan, las unas y la otra, sus víctimas a la tumba. Nos las han ahorrado. Y la prosperidad ha hecho lo demás.

No digo que antes fuera mejor, esa cínica e insultante afirmación merece embucharle al susodicho la bibliografía completa de Marsé, Gil de Biedam, Terenci Moix y Vázquez Montalbán en 24 horas y que escuche luego testimonios reales, a ver que tan "auténtico" le parece! (Sacaremos a Mendoza de ahí porqué sería capaz de no entender más allá de la ironía graciosa de sus hilarantes peripecias.)

No era mejor. Ni mucho menos. Pero aunque duela, aunque se nos lleve un trozo de esófago por el camino, o precisamente por eso mismo, hay que conocer esa Barcelona. Para valorar la de ahora. Para valorar este momento, esta vida. Esta paz (aunque haya quien la quiera tergiversar), esta prosperidad (aún con la que está cayendo), el respeto por los derechos humanos y la protección férrea a nuestra infancia. Para crecer. Para madurar.

Y para dar las gracias a quien corresponda. Para tener un ratito de gratitud.






sábado, 28 de septiembre de 2013

El alma entre paredes

No es ningún secreto que las paredes atrapan almas. 

Otra cosa es que haya gente más o menos sensible a ellas, y se den por enteradas o se conformen con atribuir el bienestar que sienten en una estancia al jarro de flores artificiales que hay en la entrada o su incomodidad al "olor" del ambientador (aprovecho; por favor, señores fabricantes de ambientadores....déjenlo, es inútil, lo suyo es pura especulación, de verdad, preferimos que huela mal, no nos torturen así!).

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El alma que encierran las paredes flota, es pegajoso como el calor barcelonés, que nos plantamos en octubre y ahi sigue, enganchado a la piel, que no nos deja ni respirar. Te envuelve y te transporta donde te quiera llevar, y poco puedes hacer para evitarlo.

Yo prefiero reconocerlo lo antes posible, conocerlo, analizarlo y hacerme a él, tanto si es bueno como si no. Es, en general, mi estrategia para con todo, pero con estas cosas medio de meigas más, que una ha vivido mucho por Galicia y se ha curtido!

Ese alma dónde más le afecta a una es dónde más se vive, o sea, en tu casa, pero no suele ser dónde es más fácil reconocerlo, precisamente porque es todo demasiado intenso.

Es mucho más fácil en un bar. A ese yo  le llamo "Alma de Bar".  Hay bares en los que uno entra y se mastica el aire, de tan intenso. Y no hablo de viciado ni de ambipures varios. Hablo de esa sensación, entras en un sítio y te invade, te atrapa, y como si tuvieramos antenas extrasensoriales en la cabeza rollo hormiga, lo cazas al vuelo en el mismo quicio de la puerta.


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Cuando percibimos alma malo paramos en seco como si hubieramos chocado con una pared invisible y damos hasta un paso atrás medio huyendo como si hubiesemos visto un muerto (medio pero sin el medio, huída por pies, vamos!).

Otras al contrario, entramos de cabeza sin pensarlo ni apenas mirarlo, atraídos por cuál cantos de sirena (o olor a café recién heho a las 11h de la mañana, que a estos efectos lo contamos como alma!)

No hay patrones, sólo esencia. Evidentemente si el sitio es mono y limpio ayuda, pero insisto en que es algo mucho más intangible. Tengo archivados en mi gps mental con mucho cariño bares y mesones con alma de un montón de capitales de provincia de este a oeste o de pueblos más pequeños, y de ciudades más grandes.

https://encrypted-tbn0.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcTa67bC8YuP7_pS0vTYdLxKAOP_0g5AWrwPjmqeQ-nuTAY5duG-Y en todos la esencia es la misma. Parece como si las risas antiguas, los abrazos furtivos, las amistades forjadas, las miradas vibrantes...todo lo bueno que ocurre en un buen bar -en definitiva los bares son como los ríos que van a dar a la mar, que es el vivir (pequeña liciencia literaria) ;-) - se hubiera quedado en el aire, pegado entre sus paredes...y por más que se friegue el suelo con lejía al cerrar cada noche (o no,que  también hay bares guarros con alma, y bastantes!) ahí queda, flotando para que lo respire el primer cliente despistado, viajero de paso, que sólo al abrir la puerta ya lo percibe.

Como lo bueno llama a lo bueno, y lo malo a lo malo al bar con alma dificilmente lo verás cerrado al siguiente año que cual cigüeña te dejes caer por ahi. Por suerte para nosotros, claro!

Bares sin alma ni os los describo porque todos conoceís un puñado y de puro anodino aburren. 

El lugar de trabajo es otro clásico, pero peor que los bares, porqué poco puedes hacer para modificarlo y en cambio mucho te toca sufrirlo si es malo. Siempre te queda el pequeño consuelo de ponerle alma a tu metro cuadrado de mesa, y de ahí, supongo, los intentos con las fotos de los seres queridos, la última obra de arte de tu hija de cinco años y el cactus por aquello de que absorve las malas radiaciones del ordenador (y que no hay que regarlo, vaya, tampoco hay que ser siempre tan metafísicos!). Ahí sólo me queda desearos suerte y ánimo!


http://sp9.fotolog.com/photo/41/8/49/patralamatra/1296079429784_f.jpg














Y la casa? Ay amigo, la casa! Una en esto está curtida también, porque considerando estancias de más de un mes he vivido en 15 casas distintas, lo que me da una media de cambio de casa cada 2,4 años (no saquéis la calculadora, tengo 36, marujas!). Evidentemente es una media falsa, puesto que hasta los 18 fue todo una maravilla de la estática (exceptuando un cambio de habitación a los 8 años), o sea que la media sale en 0,93 piso por año. De estas 15 sin pensárlo durante más de 5 segundos podría ir diciendo si la casa tenía alma buena o alma mala, o simplemente no tenía alma alguna, pero de corrido además!

El problema aparece cuando con el cuarto de hora de ver la casa con el vendedor de rigor comiendote la oreja no siempre se llega a captar la ausencia de alma, o lo que es peor, el alma chunga... ya sabes, acaban de pintar, entra el sol por la ventana, estás hasta el gorro de ver pisos y zascas! Alquilado (por suerte) o comprada (......).

 

Luego te instalas y al principio sigues sin darte cuenta por aquello del frenesí de la mudanza.

Una vez ya le has sacado al piso en cuestión los cuadros de gatitos, has escondido el tapete de ganchillo de poliester, las cortinas de terciopelo marrón (brfdzecgardakclackjhñÑ;Z´: onomatopeya de escalofrío de pensar en ellas-), le has empezado a poner tus cosas, incluso te has atrevido pintando alguna pared y te has comprado por 1 € la Guía Para Principiantes De Feng Shui Para Tu Casa (si, si, asi todo empezando en mayúsculas porque Tu Casa Es Muy Importante) y aún así.....



Has cambiado la cama de lugar tres veces intentando encontrar el norte y encajar a la vez el cabecero sin que bloquee ni la puerta del armario ni la de la habitación (por aquello de que ambas son bastante prácticas), has organizado el recibidor para dejar la vida de la calle en la calle y entrar limpio y puro en la doméstica, has cambiado de lugar cuatro espejos que resulta que estaban como el culo y tu sin saberlo! Has comprado flores naranjas para compensar no sé que cosa y casi intercambias la cocina por el baño porqué están justo al revés de como deberían, de no ser por el presupuesto de Reformas López, que está más por el capitalismo que por Confucio seguro que lo habrías solucionado Todo!

Pero aaaay....sigue ahí. No acaba de hacer CLEC. Ese clec de cualquier cosa que nos hace saber que si, que tema zanjado, que esto funciona. Pasa con las relaciones y con los trabajos, como no iba a pasar con con las casas?

Mi casa no me hace clec. 

Vamos haciéndonos amigas, pero no hacemos clec. Y he hecho absolutamente todo lo del párrafo anterior (y más, no lo pongo para no extenderme) y la cosa mejora muuuuuuy timidamente. No progresa del todo adecuadamente, como dicen los de la ESO. Y lo peor de todo es que ya no le cuento a nadie lo mío con la casa ("nadie " es el blog, claro, jeje) porqué me miran raro cuando lo digo, de loca caprichosa, rollo como tienes los c...s de quejarte porque se supone que debería sentirme afortunada y estar haciendo genuflexiones por el pasillo a la casa en lugar de andar criticándola.

Pero es que lo he intentado todo, incluso derrochar alma mío por sus rincones, pero me da que se lo queda y no lo devuelve, en serio, rollo Voldemor total. Y oye, que el alma es como el cactus del ordenador, crece despacito y una no puede regenerarlo tan alegremente! 

La parte buena es que parece que como ya llevo muy por encima de mi propia media puede que en un breve plazo indefinido volvamos a mudarnos. La parte mala es la mudanza en sí, claro.

Evidentemente cuando me vaya (que no sé cuando será, pero seguramente más pronto que tarde) me dará pena porque una con esto de andar derrochando su alma por ahi le coge apego a todo y luego le da pena separarse, que a pesar de no haber hecho clec nos estabamos empezando a tolerar cada una con sus cosas y ya le estaba empezando a coger cariño, al fin y al cabo tiene muchas virtudes...(eso dicen, vaya)! ;-)

En Cualquier Caso Habré Aprendido Un Montón De Feng Shui!! ;-)