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viernes, 7 de junio de 2013

Lo que nos mantiene en pie

Una es, como todo hijo de vecino, una y sus circunstancias.

Y como resulta que ha coincidido mi maternidad con la explosión de la burbuja, mis hijas van creciendo a la vez que los años que nos van diciendo puntualmente que llevamos en crisis declarada. Visto así suena feo, me recuerda a la fecha de nacimiento de mi madre, que va ligada irremisiblemente a la del (casi) día que cayó la bomba de Iroshima, malas fechas.

Pero al final que más da la crisis y que más da la bomba (sobretodo cuando no te cae encima), lo que nos mantiene en pie, y lo que nos hace decir "adelante" son esos golpes de felicidad, a menudo escondidos entre la rutina, entre las telas de nuestro día a día.

Pensando en este post me forcé a recordar momentos en los que soy, era o he sido feliz, y me perdí en un agradable laberinto de sensaciones cuyo denominador común era la felicidad, esa felicidad que dura un segundo, o dos, y que dicen, dicen, es la de verdad (pq más que eso es sospechosa de no serlo).

El resultado inmediato es que me dormí con una sonrisa en los labios.

La felicidad tiene efectos dopamínicos, por eso crea adicción y la buscamos a veces sin éxito para encontrarla luego en los momentos/sitios más inesperados.

  • Debajo de las sábanas con alguna de tus hijos susurrándote al oído un "t'estimo" recién aprendido a decir tras un día agotador.
  •  Cuando una mirada cómplice con alguien que te lleva y llevas dentro te lo dice todo sin palabra mediante y te empiezas a reír sin contención alguna.
  • Cuando de pronto suena en la radio una canción que se sintoniza a la perfección con tu estado de ánimo y parece que te envuelve y te sube a estadios suprahumanos.
  •  Cuando te maravillas ante un párrafo genial que sintetiza sensaciones indescriptibles (para ti) y vuelves los ojos atrás incrédula de leer lo que estás leyendo  y de que haya en el mundo alguien tan inteligente como para ello.
  • Cuando un amigo, un ser querido, un desconocido entra en resonancia contigo hasta el punto de pensar que es imposible (o cosa de brujas) tanta conexión entre dos individuos diferentes.
  • Incluso cuando resuelves un problema o una demostración de matemáticas compleja. 
  • Cuando un paisaje te entra más allá, mucho más allá de la retina y te invade y se queda gravado en tu memoria fotográfica con un pie de imagen que reza: aquí fui feliz, sólo por el mero hecho de estar aquí.




Pero la más duradera, y la que más largo y buen poso deja es cuando de pronto, después de una larga temporada de dispersión aparece el el milagro, y ahí, en medio del pasillo de tu casa, se produce el reagrupamiento familiar interno: cuerpo, alma y mente.

Por fin juntas, por fin una. Por fin los cauces convergen y se hace la paz en tu seno. Es como cuando se encuentran el padre, el hijo y el espíritu santo (no es un chiste, eh?), quizás en el fondo toda la historia de Jesús &Cia sea tout ça pour ça, como dicen los franceses.

Quizás, al fin y al cabo la biblia nos viene a decir eso, que cuando se sientan los tres a cenar la paz (ergo la felicidad? otro debate) está contigo. Sólo hay que cambiar los nombres cuerpo (Jesús), mente (el padre) y alma (el espíritu santo). Y no es ninguna tontería.Con lo necios que somos deberían haberse dejado de tanta parábola, pq los detalles nos pierden y al final no llegamos al quid...resulta que era eso!

La felicidad, en definitiva, creo que viene cuando se producen acoplamientos (jeje).
Acoplamientos de amistad, de amor, intelectuales, de estados de ánimo internos con sensaciones que vienen de fuera, cuando chocan dos electrones y generan energía, dos bits de información y generan un tercero, resultado de ambos.

Y en ese sentido si encima es un acoplamiento a tres bandas, como la reagrupación familiar del pasillo, ya es la repera, y tienes pila para rato.

Yo me siento así. Y el mundo me responde. Y estoy contenta. Parece que la terapia reconstructiva va dando frutos y en breve podréis conectaros a mi propia red eléctrica, generaré luz a doquier! YEAH! :-)

(desde el centro peninsular, desde donde hoy escribo me será más fácil montar el tendido eléctrico, jeje)

QUE SE HAGA LA LUZ, pues

(creo que me ha imbuido la 1ª Comunión de mi sobrina a la que asistiré mañana...me empieza a preocupar ;-))

viernes, 31 de mayo de 2013

Me gusta la gente

Me gusta la gente, no lo puedo evitar!

Me gusta mirarla en la calle, cuando me la cruzo, me gusta buscarles los ojos, me gusta colarme en sus vidas imaginándome dónde van, que piensan, como están.

Y me gustan los turistas y viajantes, porque al fundirme con ellos yo también estoy de viaje y los paisajes cotidianos a mis ojos se convierten en los  fascinantes análisis antropológicos en los suyos, como cuando soy yo la que viaja a un país desconocido. Me gusta que me ayuden a quitarle el polvo a la cotidianeidad, y a ver con una nueva mirada.

Y me gustan especialmente los peregrinos.

En los alrededores del Camino los peregrinos forman parte del paisaje, uno ya no se sorprende ni los mira curioso, porque vienen a ser todos muy parecidos, y hay un reguero de ellos invierno y verano. Les une el atuendo, pero sobretodo la atmósfera que crean a su alrededor, el aura que en otros tiempos le llamarían de santidad y ahora yo calificaría de serenidad.. Han asimilado la escala humana respecto el mundo a través de las distancias y lo que cuesta recorrerlas, conocen perfectamente sus límites, y eso les da paz y se les ve en la cara.

Yo no he hecho el Camino, me encantaría, algún día lo haré, de eso estoy segura, pero intuyo que algo de eso debe haber en la felicidad que todos dicen alcanzar. Más que felicidad debe ser sosiego, y eso, sobretodo en un mundo tan desbocado como el nuestro, es un bien muy preciado.

En los aeropuertos, estaciones de tren o autobús, y espacios públicos con gente en general (terrazas, parques..etc) tengo esos dos grandes (y fascinantes) entretenimientos: mirar con ojos ajenos y escuchar y colarme en conversaciones ajenas. Lo que viene siendo una cotilla, vaya ;-)

Pero no puedo remediarlo! Incluso cuando estoy con gente tomando algo. Mi marido ya lo sabe y me recrimina que ya tenga la parabólica puesta cuando estoy manteniendo una conversación con él en una terraza, pero también sabe que soy capaz de ambas cosas a la vez y de que además no puedo remediarlo, así que al final ha optado por decirme: luego me lo cuentas, jeje!

Os imaginareis mi inmensa alegría cuando leí al gran Juan José Millás no sólo reconociendo esta misma debilidad sino utilizando a sus "espiados" como plato principal de muchos de sus articuentos, así que me tomo la licencia de emularlo!

Ayer puse al límite mi capacidad auditiva y de observación (sin éxito alguno) para recomponer la historia de dos hombre ya maduros, de unos 60 años, que esperaban un vuelo.  Luego supe que era Bilbao, pero fue lo único que saqué en claro y no lo hice por mis propias capacidades deductivas sino porque lo dijo la señora de megafonía y uno de ellos levantó el brazo señalando al cielo para alertar al otro, que asintió con un gesto apenas imperceptible. Y luego, transcurrido el rato suficiente como para que la cola descrita en el anterior Volando Voy ya se hubiera disuelto, se levantaron y se fueron (propio de señores muy volados).

El que tenía de frente (y que me despertaba más curiosidad) era un señor (un caballero, más bien) alto, delgado y con una pose corporal de esas que ya son elegantes de fábrica, como si los huesos ya fueran de buena cuna. Con el pelo cano y los ojos azules, debió ser guapo en su juventud, o al menos agradable. Cuidado, pulcro y con un tono de voz exquisito. Tan exquisito y educado que precisamente por ello apenas si cogía palabras sueltas al vuelo, lo que entiendo fue lo que me hizo arder de curiosidad.

Primero deduje que eran médicos madrileños (el castellano que utilizaban era sin inflexiones gallegas, a las que éstos son tan dados, y era un poco como de ningún lugar) que habían venido a Santiago a uno de esos congresos q se montan los médicos. Pero luego me alertó que hablaban de Panamá, que no me cuadra con médicos, y además he buscado en http://congresos-medicos.com/pais/espana/?pag=1 y no he encontrado ningún evento en estas fechas.

Y encima llevaban una troley exactamente igual, de piel, muy cuadrado y rígido, prácticamente un baulito. Eso me desconcertó. Pensé si no serían militares de altísimo rango, que les daban las maletas de uniforme. Cuando me llegó la palabra "astilleros" pensé que eso reafirmaba la tesis de militares de la marina (del tipo ingeniero civil, porque sino irían con uniforme, digo yo), pero cuando levantó el dedo a la señal de Bilbao me desmontó.Y como yo he leído mucho y me encantan las novelas policíacas ya me he puesto en plan sabueso, y fíjate tu que he averiguado que el 1 y 2 de junio son los días de las fuerzas armadas, y de que tenemos 15 buques por el mundo (y podemos saber dónde se encuentran en estos momentos, el Elcano cruzando el Atlántico Norte) y 133 personas en ellos.

También he visto que la Armada ha interceptado un buque cazatesoros (en la foto) por el Mar de Alborán, lo que evidentemente ha disparado mi imaginación y me ha llevado a las novelas de Reverte. Pero no hay nada en Bilbao, sí lo habrá en Ferrol, lo que me lleva a pensar lo que cambia todo cuando tu creías que uno iba y en realidad volvía, pero estos creo que ni iban ni venían de Ferrol, porque las fechas no me cuadran.


Conclusión, que me quedé con las ganas, que si el señor hubiera tenido 20 años menos se habría pensado que le estaba tirando los tejos porque me pilló como 4 veces mirándolo (se oye mejor cuando se mira, por eso cuando voy sin gafas no oigo nada), y que hay tantos mundos como personas y ojalá no tuviera que trabajar y me pudiera dedicar a sentarme en las terrazas a viajar por vidas ajenas. Eso sí,sólo un rato, que como la mía, por suerte, ninguna! Sólo me doy una vuelta para volver mejor, aunque a veces las "Vueltas al Cole" tras los viajes sean duras. Curioso, a esta misma conclusión llegué con la lectura en el post de Libros y Tripis!

Y hablando de lecturas y para terminar, he leído por casualidad seguidos (estaban en ese orden en la pila de libros de la mesita de noche) a dos suecos (ultimamente no hay más que suecos??)  que se dedican ambos a marear a sus protagonistas por el "mundo adiante" (galegos dixit) con el mundo y su historia de escenario común. El abuelo que saltó por la ventana y se largó  de Jonas Jonasson (Jonás hijo de Jonás, estos nórdicos son la pera) y El cerebro de Kennedy de Henry Mankell. La primera me encantó y la segunda me decepcionó, pero leídas seguidas es como más me han aportado, porque todo lo que la primera tiene de brillante y con sentido del humor, la segunda lo tiene de oscura, iracunda y pantanosa. Son dos maneras de tomarse la vida y el mundo en el que vivimos, con sus extravagancias, miserias y surrealidades reales como la vida misma.

Las consecuencias directas de cómo te la tomes caerán sobre tí y tus cercanos como el rayo de Neptuno, así que piensate bien de qué lado estás.


 A mi me gusta la gente, los que conozco son buenas personas, y los que no conozco pero juego a inventarme sus vidas también lo son, aunque sean licencias literarias, me hacen la vida mejor ;-)!

A mi me gusta la gente

martes, 30 de abril de 2013

De libros y tripis

Bueno, no me he podido contener, atención a la noticia:

"Los expertos reconocen que la lectura estimula la actividad cerebral y protege nuestro cerebro.



La Sociedad Española de Neurología ha concluido tras varios estudios sobre cómo evoluciona el cerebro en las personas que leen habitualmente que la lectura estimula la actividad cerebral, fortalece las conexiones neuronales y aumenta la reserva cognitiva del cerebro, lo que implica que la lectura protege nuestro cerebro ante enfermedades neurodegenerativas.

La protección llega gracias a que leer es una de las actividades que más activan nuestro cerebro y esto hace además que nuestro cerebro se mantenga joven y se retrase la pérdida de memoria en un 60%.

Por último, la Sociedad Española de Neurología reconoce que la lectura también genera temas de conversación, lo que facilita la interacción y las relaciones sociales. Por ello, una vez más, sabemos que leer ¡solo tiene ventajas!" (http://www.sen.es/saladeprensa/pdf/Link95.pdf)

Sinceramente, estoy confusa! No sé si debo alegrarme o entristecerme de que la Sociedad Española de Neurología haya "concluido tras VARIOS estudios" que la lectura nos beneficia! 


Por otra parte tal y como lo describen no puedo dejar de pensar en que están hablando de un tripi, pero eso me alegra decididamente y sin fisuras porque viene a reforzar una teoría que tengo yo desde hace tiempo acerca de la lectura: la lectura es una droga, y de las duras! 

 
libros y tripisPara mí al menos, y ahora que me estoy reconstruyendo más, que he vuelto a sus mieles con todas sus consecuencias yonkies: adicción, escapismo, viajes mentales, esquizofrenia y bipolaridad (me vuelvo como el/la protagonista, me fundo con él, soy él mientras dura el viaje), sensación de tristeza cuando se acaba y desorientación cuando vuelvo en mi y se abre la fase "dónde era que andaba yo en mi vida real?" e insisto con lo del anuncio de Fairy del post de la vuelta al cole! "Children, garden and dog included"


Y una resaca al día siguiente de haberlo terminado que ando como si se me hubieran matado al gato.

No todos los libros me trastocan así, pero tengo la suerte de dar con los que sí con relativa frecuencia (y desde aqui agradezco de corazón recomendaciones). 

Un libro que te atrape, que te absorbe, que te abre puertas, ventanas y zaguanes a nuevas vidas, a nuevas reflexiones que tu intuiste alguna vez pero nunca acertaste a ponerle las palabras que se enfundan a  ellas como un guante. 

Personajes de los que te enamoras, aborreces o con los que desearías encontrarte a lo largo de tu vida para tomaros unos buenos vinos y echaros unas risas y que te hiciera una transfusión de todo lo que has admirado en él a lo largo de sus páginas: su inteligencia, su humor, su postura ante la vida...

Paisajes que de tan plásticos se te meten en la retina como si hubieras vivido en ellos, como si fueran escenarios de tu infancia, como si los olieras y notaras su humedad en tus huesos.

Gracias a ellos he conocido desde países lejanos hasta barrios de mi propia ciudad que nunca he pisado, ya sea porque no hemos coincidido en el tiempo o en el espacio. 

Culturas que me son ajenas y visiones nuevas y sorprendentes de la mía, sentimientos que reconozco en mi o que me son extraños pero reconocibles en otros.

La palabra, lo que daría por poder alinear las palabras de manera que cual hormiguitas nos llevaran en procesión hasta el tuétano de historias ajenas que se convierten en la nuestra cuando terminamos el viaje, escribir esos libros que crean una vida nueva a cada lectura, nunca iguales, ni siquiera en el mismo lector. 

No podría recordar todos los que me han alimentado el alma y dado cobijo para salir de ellos reforzada y más grande, más lista, más sensible y más compleja, en definitiva, más humilde y más sabia.

Lo poco (o mucho ;-)) que lo pueda ser se lo debo en gran parte a ellos, aunque nunca en tan gran parte como a los que me rodean, of course, al césar... los libros son como los amigos, cuando están bien escogidos te dan lo mejor de ellos, y a cambio los llevas en tí para siempre.

Muchos a pesar de todo lo que han hecho por mi ya ni recuerdo sus títulos, sus autores... pero lo esencial queda, y cuando paseo el dedo o la pupila por sus lomos ordenados en cualquier estantería, en una casa, en una librería, en las fastuosas paradas de Sant Jordi, se me van los ojos y las mentes tras lo que sus títulos  evocan, y cuando veo uno de los que me ha alimentado lo reconozco de inmediato y me vuelve como una oleada las mismas sensaciones que me trajo, o al menos, si no todas, el poso que en mi quedó se revuelve para volver a dejar en el aire la reminiscencia de sus polvos mágicos...

Polvos!? He dicho polvos?? lo veis? es una droga, y de las duras!!

No puedo por menos que dedicar este post a mi último maravilloso tripi recién acabado: 

Filomeno a mi pesar (memorias de un señorito descolocado)
Gracias por el viaje, me he reído un montón contigo, Gonzalo Torrente Ballester!

(No hemos sido vecinos por un pequeño desacompasamiento de 70 años, que pena, me hubiera encantado coincidir contigo en la cola del pan del Forno de Xoane, o en la sala de espera del Centro de Salud de Serantes e intercambiar unas palabras y que me regalaras algúna reflexión, otro día será!)