jueves, 24 de diciembre de 2015

New York, canas y dinero

Parece que el 2015 se despide con tres hitos a alcanzar recién alcanzados en mi vida.

Nueva York era una asignatura pendiente desde que vi por primera vez "Un día en Nueva York", "Tu y yo", "Desayuno con diamantes", "Calle 42" , todas las de Woody Allen  de cuando era el primer Woody Allen y tantas otras!! Tengo un encargo pendiente a una tal Antía que escribe de cine en la Voz de Galicia y de eso sabe mogollón...la lista de las 10 mejores pelis rodadas todos los tiempos en NY, alá, lanzo el guante! :-)

Hasta en el avión de ida vimos "Aprendiendo a conducir", la penúltima de la Coixet que no puede ser más neoyorquina, la protagonista parece extirpada de una de las del citado Woody!

Como no podía ser de otra manera me gustó mucho. Me gustaron sus acera reparcheadas y pisoteadas por gente diversa y variopinta, de los de que de cada 10, 8 son diferentes entre sí: de color de piel, de cultura, de todo excepto en lo esencial; que son neoyorquinos, y esos les hace mucho más parecidos entre sí que entre los de su propia cultura de sus lugares de origen respectivos.

Me gustó que te puedas encontrar una tetería japonesa especializada en poder acariciar los gatos que tienen a disposición para ser mimados e incluso adoptados mientras te tomas tu té verde con pastelitos (también verdes) japoneses. Los gatos no eran verdes.

Me gustó que una larga retahíla de personas adultas y cool estén haciendo cola en una gélida y ventosa esquina para subir a un loft lleno de globos rojos enormes para jugar con ellos como si fuera un inmenso parque de bolas de adultos.

Me gustó caminar por el puente de Brooklyn de acero, madera y hierro, me gustó el perfecto art decó del Chrysler y desde luego me encantó ver anochecer y encenderse paulatinamente todas las lucecitas doradas y parpadeantes cual estrellitas de purpurina a mis pies desde la ventosísima azotea del Empire State.



No me gustó que comer sea malo, caro y con platos y vasos de plástico, ni conseguí andar con el café eterno aguachirri y que me da acidez por la calle como una genuina neoyorquina sin tirarmelo por encima la única vez  que lo intenté.

Me gustó la cantidad de librerías geniales en las que pasar horas largas que se te hacen cortas.

Me encantó el espíritu de la Biblioteca Pública de Nueva York.

No me gustó que la gente pobre es muy pobre y está muy sola y no puedan ni ir al baño de los bares porque éstos tengan códigos de acceso al wc que solo te aparece en el tiquet de compra. Ni me gustó el olor a pipí de rata del metro. De rata por decir algo.

Me sorprendió lo cutre que son en general los servicios públicos (léase buses, metro, alumbrado, aceras, sistema de recogida de basuras) y lo tercermundistas que son con el claxon los coches sobretodo en las zonas más saturadas del centro, pitando de modo gratuito y sostenido (y molesto, muy molesto).

En definitiva, que aunque caminamos mucho quedaron cosas por ver, así que habrá que volver. Hito conseguido pero revalidado ;-)

Canas

Este hito no me gusta nada, no lo tenía presente (como todo lo que a nosotros no nos pasa por el mero hecho de que a MI ESO NO ME PASA, y luego a TODOS nos acaban pasando tarde o temprano, en un ejercicio de democracia demoledora). Ha sido como una explosión. Me empeño en pensar que es fruto de un par de meses de estrés pero cabe la posibilidad de que sea un tema relacionado con la edad. Y es que una, a lo tonto a lo tonto, va haciendo años! Y por aquello de irse haciendo a la idea yo ya hace unos meses que me veo como el euro, redondeándome hacia arriba siempre, con lo que ya me doy por llegada a ala cuarentena. Así cuando llegue, que aun falta un buen año y medio me pareceré una bollicao. Eso en caso de haberme conseguido teñir claro.

El caso es que un día me fijé (miento: no me tuve que fijar, se me metieron en el ojo cual pestañas insolentes entre el párpado y el globo ocular) un porrón de canas. Si fuera un mechón sería sexi, como el de Morticia Adams, que me parece de lo más atractivo, o la mala malísima villana Cruella de 101 Dámlatas con Glenn Close. Pero no. Es una aquí, una allá, otra más acá, a lado y lado y en lo que sería el flequillo de llevarlo. Un drama vaya! Encima son como grises, no son blancas, que dirías que pudieran parecer más limpitas, no, es como cuando se funde la nieve y se queda llena de humo de los coches. Terrible.Y me hace vieja claro. Eso es todavía más terrible que el color nieve sucia.

De hecho más que que me haga vieja es que SOY mayor (no vieja). El problema principal radica en que yo vengo pensando, como Serrat, que "fa 20 anys que tinc 20 anys" (hace 20 años que tengo 20 años). Y claro, va a ser que no. Parece que esté haciendo coña pero hablo muy en serio! De verdad creo que tengo 20 años. Y claro, lo de las canas con 20 años es tragedia. Aunque tengo una amiga que ella y yo y nuestro círculo íntimo ya sabemos quien es que ella si lleva 20 años con canas!! Pero mira, a golpe de tinte lo ha conseguido disimular perfectamente!

Así que como soy nueva en esto de tapar canas e ignoro si con mechas vale o hace falta tinte (porque evidentemente descartamos el rollito soy-una-mujer-madura-y-profunda-y-segura-de-di-misma-que-no-pretende-ocultar-mi-edad-porque-la-cana-y-la-arriga-es-bella) y ayer me dediqué con mi hija pequeña a hacer como hacía yo cuando también lo era de ir poniendo un mechón mío en todos los mechones de pelo artificial teñidos del estante de los tintes. Volví a comprobar que el mío natural (sin canas) es el aburridísimo y de mal agüero "rubio oscuro ceniza" y el suyo un precioso castaño caoba. Luego jugamos a escoger el que más nos gustaba. Me imaginé pelirroja, castaña, con el pelo negro, rubio platino a lo Marilyn....al final acabé concluyendo que lo más sensato sería volver al "rubio oscuro ceniza" entre otras cosas porque con el rollo ceniza lo de las canas creo que se camuflan mejor que pongamos por caso un negro azabache.

Así que con estas estamos!!  Hito conseguido aunque no querido. Hito concatenado: ir a la pelu a que me arreglen el desaguisado (def: hecho contra la ley o la razón, veis?). A ver si para el 2016 ya he conseguido ir, pronto hará un año de la última vez que fui!! si de mi dependiera el sector...


Dinero


Este hito ya me gusta más! Guarda alguna relación con las canas porqué parte del estrés se lo debo a haber acabado los dos últimos meses pencando junto todo lo que no he podido en 4 años por motivos ajenos a mí y relacionados con algo de una crisis que se comenta por ahí.

Todavía tengo la cuenta pelada (aunque sin deudas a mi honra! -al menos de las que cobran intereses-), pero en cuanto facture (y cobre, detalle importante) podré volver a caminar a sabiendas de que existen tiendas en las calles, que son unos sitios donde a cambio de algo que llaman dinero y que abrevian aquí así: € y en NYC así $ puedes llevarte todo tipo de objetos de deseo, incluso sin contenido proteico, que eso si lo he ido viniendo intentándolo adquirir para no malnutrir a mi familia y no provocar a los servicios sociales.

Eso significa que si veo un pañuelo bonito me lo podré comprar o unos pendientes, o un restaurante caro, o incluso puede que hasta tenga suficiente para ir a la pelu a taparme las canas provocadas por lo mismo que me permite ir a la pelu y me las ha generado, hay que joderse con los círculos viciosos!

Este hito nunca es definitivo (especialmente entre los de mi especie free lance, o profesional liberal, o autónomo de toda la vida, como guste). Pero tras 5 años de penurias económicas poder tener un respiro y hasta incluso poder dejar trabajos de supervivencia de un lado para centrarme en lo mío me da una alegría. Porque las penas, con pan lo son menos.

Así que hito conseguido por un razonable periodo de tiempo (cada cual que se apañe con su razonabilidad (palabro?), la mía me la sé yo y me temo que es algo escasa, pero algo es algo, menos da un peine y a las penas puñaladas (este no va aquí, pero me quedaba bien otro refrán para terminar y no se me ocurría ninguno!).

Creo que puedo dar por razonablemente bien cerrado el 2015 a pesar de los pesares, las canas y las penurias. Como decimos en catalán (y puede que también en castellano):

Tot va bé si acaba bé!

Salut, alegria i consciència!

Bon nadal!

viernes, 4 de diciembre de 2015

Un año de colores

No sabría decir si ha pasado lento o rápido, desde aquel poético y frío 22 de diciembre, como tampoco sabría decir por qué entonces dejé de escribir ni por qué ahora lo retomo sin siquiera saber de qué quiero escribir.

Lo retomo porque es casi una necesidad tangible, porque aunque deba escuchar más al corazón que a la razón y me sepa hiperanalítica hasta extremos poco saludables estoy hecha a la escritura y es mi humilde pero segura senda por la que me siento a gusto, en casa. Todo lo otro a veces parece una selva de zarzas y tojos, donde te metes para salir malherida. El camino de la escritura no es tortuoso, es como si llevaras un frontal en la noche y a cada paso se iluminara el que has de hacer después. Es como recuperarme un poco a mí misma, o lo que sé de mi misma, o dónde me siento segura.

Lo retomo para romper el hielo, para volver a las teclas sentidas.

Y aunque no tenga mucho que decir, o demasiado y no sepa por dónde empezar, aquí vuelvo a estar.

Para que el 2016 me pille en forma y dispuesta a enriquecerme escribiendo, sacándole punta a los lápices de la vida, a veces pretendidamente graciosa, a veces tan afilada que pinchan, pero siempre lápices de colores...aunque aquí, en la pantalla sea negro sobre blanco, o blanco sobre azul, si algo tengo claro es que todo es una gama de grises, o mejor, una paleta pantone....

Como les gusta preguntarme a mis hijas, desde que les confesé que no tenía color preferido fijo, que dependía del día, o incluso del momento dentro del día, y claro desde entonces se ha convertido en machacona pregunta de obligado cumplimiento...más fácil pero menos bonito hubiera sido dar por zanjado el tema con un rosa incuestionable!

-mamá, avui quin color t'agrada més?
- avui....el blau, però el blau fosc
- tens raó, jo avui també estic blau fosc...o lila millor.

Bienvenida sea la paleta si sirve para explicar emociones que a veces resultan demasiado matizadas y leves como para ponerles tremendas y rígidas etiquetas como "triste" o "serena" o "animosa" pudiendo decir "lila" o "verde" o "naranja" .

Si no fuera porque exige método y me cuesta un potosí sería maravilloso tener un calendario de colores, de modo que al acostarlas pensáramos de qué color había sido el día... quizás ha empezado naranja después de una noche de buen descanso y un buen día por delante, pero luego se ha teñido de rojo en un momento de enfado, para acabar siendo lila al caer la noche, tan pronto en esta época del año y decidir que finalmente el cómputo ha sido un día granate. Y entonces pintar el cuadradito de hoy de granate.

Si lo hubiera hecho podría concluir mejor qué tal ha ido el año echando un vistazo a mi paleta particular, pero conociéndome seguro que ha tenido todos los pantones posibles.

Hace un año tenía el propósito pre navideño de perder tres kg. Un año después, entre que la báscula no tiene pilas desde hace no se cuanto y que los tejanos me quedan flojos creo que es un tema cerrado. Me gusta mucho más que mi propósito sea hacer un calendario de colores cada una, y que por las noches, al acostarnos, nos lo preguntemos y lo pintemos...como un acto de reflexión, más que de reflexión, de aprender desde niñas a escuchar al corazón.





lunes, 22 de diciembre de 2014

Poesía en la ciudad

Es una de esas noches frías frías en Barcelona, frías de verdad, de las que cae la humedad de golpe condensada en el asiento de la moto, en el pelo, en el tuétano de tus huesos.

Las calles desiertas, iluminadas, la travesera del Guinardó, la subida al Carmelo, cada vez más helada a medida que gano altura, el viento cortante en el poco trozo de cara que libera el casco, las manos heladas a pesar de los guantes, las piernas apretadas al refugio del escaso carenado.

Y de pronto, huelo a chimenea.

Ese olor inconfundible a leña ardiendo. A pueblo.

¿De dónde vendrá ese rastro que lleva a mi niñez?

Rebaso el monte y veo las luces tintineantes del sur de la ciudad, y cuando se acaban, abruptas, adivino el mar.

Montes, mares, frío, leña al fuego.

A veces, aún es posible la poesía en la ciudad.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Átaque de frivolidad dietética prenavideña

Por aquello de ir avanzando tarea, estas (pre)navidades me ha dado por anticiparme a mis lamentos de kilos de más.

La verdad es que ante mi perplejidad constato que mi propósit prenavideño de llegar como un figurín a tan temidas fechas ha sido un fracaso estrepitoso, como todo fracaso que se precie.

Hace un mes y medio, UN MES Y MEDIO! decidí que iba a perder (en un mes y medio) 2 kg.

Tal que así: me pesé, me preocupé, y me dije, voy a perder 2 kg para antes de las navidades -para poder comen turrón a mis anchas, claro, que es la gran diferencia respecto el mismo propósito pero en distinta época, preveraniego, a saber, lucir tipazo (bueno, vamos a dejarlo en mejor tipo)-.

A día de hoy, peso exactamente lo mismo, o incluso puede que algo más.

Y a no ser que venga una bendita gastroenteritis en una semana (negaré haberlo deseado en caso de ocurrencia), lo tengo crudo crudo como el ápio que me he comido hoy, en un intento desesperado de conseguir en un día lo que no he hecho en un mes.

Constatado el hecho una, que es analítica por naturaleza, me he puesto a pensar los motivos del fracaso, por aquello de que una vez se conoce el problema ya se tiene éste medio resuelto. A mi me gusta esta frase porque me encanta analizar problemas. Pasa que me suelo alargar en esta fase y para la parte ejecutiva ya llego como con medio desánimo, como medio desmotivada, y ahi me suelo empantanar.

El resultado de mis reflexiones acerca del fracaso es que hay tres motivos principales.

El primero tiene que ver con lo de pensar más que hacer, precisamente.

Básicamente, con tomar la decisión ya me dí por satisfecha.
Decidí, pero no hice nada para ejecutar mi decisión. Como cuando esquías, que basta con pensar quiero ir hacia allí ¡y ya vas! (o al menos, así se lo expliqué a mi hija como la técnica del giro en esquí y funcionó. ¡A mi me funciona vaya!).
Pero con lo de perder peso he de constatar que no ha funcionado.
Decidiéndolo no era suficiente.
Hacía falta una estrategia, algún método, no sólo el objetivo.
¡Queriendo ir a NY uno no va a NY!

El segundo motivo es que el nivel de sacrificio al cuál estoy dispuesta a llegar en aras a dos kilos menos sospecho que es muy muy bajo.
No he podido profundizar demasiado en un nivel teórico ni mucho menos en la práctica en mi resistencia a las tentaciones culinarias, entre otras cosas porque aún no se ha dado tal caso. Creo que nunca me he resistido, por aquello que la mejor manera de evitar la tentación es caer en ella, pero sé que soy muy débil, y que cedo ante las presiones con mucha facilidad.

En general es así ya, pero es que con las del estómago me pasa especialmente. No me siento capacitada para negarme a comer fuera si alguien me lo propone, a renunciar al pan, a la pasta, a las cookies, al chocolate, a las pizzas. Por no hablar del vino y la cerveza, que resulta que al alcohol engorda horrores, ¡y eso que pasa como agua! Quien lo diría ¿no?

El tercer y último punto es que a pesar de incrementar visiblemente mi nivel de actividad física yendo dos veces a la semana (¡una fui tres!) al gimnasio, y que hace un par que voy andando a trabajar (35 minutos aproximadamente con desniveles pronunciados ida y otros tantos vuelta aunque por otro camino), está claro que no es suficiente.
Mi amiga Bea me dijo que los 15 minutos de elíptica eran de chiste ¡y eso que yo se lo contaba como una proeza! Es más, para mayor ahondamiento en mi ofensa, dijo que eso servía de calentamiento. CALENTAMIENTO.
¿Pero que harán en mi cuerpo con 45 minutos que me dice ella que tengo que estar? ¿Brasas? ¿Pondrán calçots y butifarras? ¡Por dios, si sudo como un pollo dando vueltas en el ast con 15 minutos!
Lo peor es que con eso, con mis 15 laaaaargos minutos me dice la máquina que quemo... 60 calorías. ¿Sabéis que tiene 60 calorías? No lo quieras saber. Es ridículo. Descorazonador. Frustante.

Así que ahora he decidido que tengo que hacer un plan, y no sólo eso. También cumplirlo.

Mi plan para esta semana es:

CADA (cada, cada... quien dice cada dice casi cada, entiéndeme) mañana hacer una rutina (los que saben lo llaman así) de escaleras. Subirlas de calentamiento, bajarlas y subirlas de nuevo de dos en dos. Bajarlas y subir dos y bajar un peldaño. Bajar. Y luego subir de lado bajar y subir del otro. Parece q esto es lo que más quema y que si me estoy con este sube baja durante media hora quemo 400 calorías, que es bastante más que 60. ¡Llámadme arrojada!

Y CADA (idem que paréntesis anterior) mañana desayunar una tortita integral de arroz con jamón del bueno, que eso lo hace mi amiga Elena y el tema del jamón bueno para desayunar me parece razonable. Y un iogurt con salvado de avena. Pasa que creo que me he equivocado y he comprado copos en lugar de salvado. Y parece que esos engordan. No estoy aún muy puesta en el tema...

No sé que tal me irá el plan de choque, para empezar voy a reducir el objetivo a un kilo, ya que sólo me queda una semana, y a ver si con lo de la presión del efecto último día para el exámen, que es lo que siempre me ha funcionado, me pongo las pilas.

Prometo compartir resultados en una semana, justo antes de la comilona 1.1 (nochebuena) os contaré que tal me ha ido con el ápio.
Luego de los asaltos:
1.2 Navidad
1.3 San Esteban
2.1. Noche de Fin de Año
2.2 Comida de Año Nuevo
3.1 Comida de Reyes

Más las comilonas propias de pasar una semana en Galicia y sus desvaríos gastronómicos, volveré a compartir resultados.

Ya puedo hartarme a apio ya! Total, para luego de propósito de enero, ¡repetir!

La vida es puro bucle. :-)



jueves, 11 de diciembre de 2014

De apegos buenos y malos

Ultimamente llevo escuchando que algo que yo tomaba por bueno, el apego, resulta que es malo, según las postulaciones de crecimiento personal del "aquí y ahora" y compañía.

De hecho... ¿Qué es el apego?

Según la wikipedia:

"El apego, concepto que debemos a la etología, se define como una vinculación afectiva intensa, duradera, de carácter singular, que se desarrolla y consolida entre dos personas, por medio de su interacción recíproca, y cuyo objetivo más inmediato es la búsqueda y mantenimiento de proximidad en momentos de amenaza ya que esto proporciona seguridad, consuelo y protección (...).
Desde el punto de vista emocional, el apego surge cuando se está seguro de que la otra persona estará ahí incondicionalmente, lo que facilita que aparezcan la empatía, la comunicación emocional y hasta el amor entre estas personas"

Yo ampliaría que también le podemos tener apego a cosas y a situaciones. Puede darnos seguridad hacer siempre el mismo recorrido al trabajo, nuestro rincón de lectura o la rutina matutina, incluso a cosas como tu coche, o tu peluche de cuando eras pequeña.

Parece que todos coinciden en que el apego en edades muy tempranas, desde recién nacidos hasta los tres, cuatro años, es bueno y necesario. Es una estrategia de la manada en la que se protege a la cría, que crece en un entorno seguro y en el que desarrolla el sentimiento de cohesión que en determinadas especies les ha funcionado evolutivamente  para hacer frente a agresiones externas. Los mamíferos en general, vaya.

Pero en personas a partir de cierta edad es (dicen) absolutamente nocivo, al contrario de lo que se nos ha venido vendiendo en forma de "...y comieron perdices" y de fomento de modelos  familiares "indestructibles" de largo plazo, desde la religión, la economía y la política.

Eso en occidente, claro. En oriente, que llevan mucho más tiempo que nosotros pensando en estos menesteres, parece que no están por la labor de la permanencia per se.

Aquí la búsqueda de la estabilidad emocional, continuidad, seguridad, protección, predictibilidad ... Etc es el camino marcado y el que seguimos convencidos de sus bondades, anhelando su consecución y envidiando a quien (aparentemente) lo ha conseguido.

Para luego llevarnos las manos a la cabeza cuando rompe una pareja amiga que nunca lo hubieras dicho, una hija adulto se autoexilia voluntariamente a 10.000 km mar mediante de unos padres aparentemente perfectos.... qué frágiles son las relaciones, qué rápido giran las tornas, qué radicalmente puede cambiarnos la vida en unos segundos, cuando alguien tira de la manta y deja la estructura podrida al descubierto, y vemos que lo único que en realidad nos hacía seguir era el apego al otro, la costumbre, la falsa creencia de la necesidad.

Y aún así, aún viéndolo a nuestro alrededor, seguimos generando todo tipo de mecanismos tácitos para evitar, minimizar y esconder bajo la alfombra de la rutina cualquier atisbo de cambio, porque los cambios no nos gustan. Nos hacen pensar. Nos duelen horrores. Ponen las cosas patas arriba y tenemos que repensarlo todo. Y no sabemos hacerlo, no nos han enseñado. Nos gusta creer que todo es para siempre.

Cuando en realidad, sólo hay una cosa permanente en la vida: el cambio.

Deberíamos acostumbrarnos a autoevaluar de manera fluída y contínua los motivos que nos empujan a hacer lo que hacemos.

¿Hoy, prefiero vivir con esta persona a mi lado en lugar de sola o otra?
¿Me gusta el trabajo que hago, y si es que sí, es por que me aporta o por que me es fácil?
De las personas a las que les dedico mi tiempo y energía, ¿hay alguna que en realidad me hastíe, y que siga viendo por momentos juntos que hayamos pasados o una antigua amistad? ¿Todas me aportan?

El apego hace que en nombre de glorias pasadas o rutinas actuales aparentemente confortables vendamos nuestro futuro y nuestra alma al diablo, que es el miedo. Miedo al cambio, a la evaluación, al diagnóstico y a la decisión. Miedo a quedarnos solos con nosotros mismos. Miedo a la libertad, que requiere ingentes cantidades de energía y valentía.

Los motivos para llegar a estos asuntos profundos de reflexión nunca vienen solos, siempre aparecen a la vez. O mejor dicho, siempre están ahí pero una los ve a la vez cuando está preparada para verlos, volvemos al maestro que aparece cuando el discípulo está listo, y esta vez el maestro ha sido una circunstancia personal próxima a mi, una conversación entre coworkers y un libro en la misma semana.

Las dos primeras daban vueltas al apego entre adultos como pareja.

Y el tercero, entre madres e hijos ya crecidos, y no es uno, sino en vários libros de la misma escritora (Rosemund Pilcher) porque es un tema recurrente en ella.

Quizás es por su propia madurez personal, o quizás es cultural por la metálica forma de ser británica, al fin y al cabo el desapego familiar es un rasgo muy anglosajón, y me atreviría a decir protestante. O al revés, el apego es un rasgo muy católico.

A través de sus novelas insiste en la necesidad de dar aire a los hijos cuando éstos llegan a la edad madura (18 años). En animarlos a irse fuera del nido, en no inmiscuirse en sus asuntos salvo en caso de ser requerida por ellos. En respetar su vida y sus decisiones como a cualquier otro adulto. Y lo dice desde la sabiduria de quien desea evitar hijos inmaduros, infantiles y apegados. Y con la fortaleza de quien sabe que el mejor antídoto a las relaciones familiares enfermizas y castradoras es dar distancia asumiendo que quizás ésta sea para siempre.

Miro a mi entorno y me llevo las manos a la cabeza.

Prácticamente todas mis amigas y desde luego me incluyo tenemos relaciones malsanas con sus padres (especialmente madres). Seguimos articulando planes en función de la familia sin que probablemente sea lo que en realidad deseamos. Seguimos con roles totalmente absurdos que sólo representamos en el hogar familiar, que ni nos corresponden ni nos definen, y que nos sacudimos de encima como si fuera un jersey de lana hecho por la abuela de los que pica rápidamente, ahora que no nos ven, al decir el último adiós.

Y volvemos a nosotros mismos sintíendonos avergonzados de nuestra cobardía de seguir aceptando jugar con las cartas de una baraja marcada que no hemos repartido nosotros, y nos vamos con un regusto amargo en la boca y el cuerpo acartonado.

Esa, creo, es la peor forma de apego, porque te inhabilita para la vida adulta y te obliga a repetir el mismo patrón por referencias con tu pareja y con tus hijos, repitiendo los mismos errores, que al final es uno. Estar tan lejos de ti mismo. Confiar tan poco en tus posibilidades sin ataduras. En no saber andar solo por la cuerda floja. Tu gente ha de ser tu red, para al caerte saberte amado. Pero tenemos que caminar solos, sin apoyos que nos vicien y nos hagan olvidar que podemos hacerlo solos.

Joder. Me ha salido un post de autoayuda. Horror! ;-)

Que me (auto)ayude al menos a integrar en mi mente, alma, o dónde se anclen estas verdades que sólo el cambio es permanente, que hay que saber en todo momento lo que preferimos, y que hay que educar para ello, sin caer en la fácil tentación de repetir patrones de apego del malo.

No, si esto va a ser como el colesterol! Hay apego del bueno y del malo ¿de cuál tienes tu?

sábado, 6 de diciembre de 2014

De electores y elegidos

Leo en el párrafo que antecede "El Balneario" (1.953) de la grande Carmen Martín Gaite en "Todos los cuentos" lo siguiente:

"Cuando un hombre, dormido e
inerte en la cama, sueña algo, ¿qué
es lo que más existe: él, como con-
ciencia que sueña, o su sueño?"

Miguel de Unamuno: Niebla (1.907)

El tema de los sueños en su enésima vuelta de tuerca, como el monólogo de Segismundo de Calderón de la Barca  (1.635) y su

".....que toda la vida es sueño
y los sueños sueños son"

o aún más atrás Shakespeare en 1.595 con "Sueño de una noche de verano"...

"Cuatro días pronto pasarán,
y cuatro noches en sueños se irán"

Gaite bebiendo de Unamuno, Unamuno de Calderón.

Niebla de Unamuno hermana de casi título y año con Ciudad de Niebla de Pío Baroja, esta última con su sorprendente (para mí) contemporaneidad, esperando una reliquia me encontré con algo "como recién escrito", por su ironía, por sus rápidos y ácidos diálogos, por lo aún hoy día inusual de ser una mujer inteligente e independiente la protagonista, siendo el autor un hombre.

Unamuno citado varias veces en "Bilbao Nueva York Bilbao" de Kirmen Uribe (2.008) como alguien de carne y hueso, real, amigo de los Arteta, una de las familias entrecruzadas protagonistas.

Las grandes obras (y las pequeñas, y las medianas) van saltando caprichosas por los años como ranas por nenúfares, sirviendo la fecha únicamente como contexto para entender mejor una época.

La escala temporal desaparece en el mundo paralelo de la literatura (¿de los sueños?) tejiendo una red de conexiones vigentes ajenas a su edad que, si tiramos de la madeja, iremos descubriendo, infinita, y cada vez cobrando todo más sentido.

La gran ventaja es que no perece, que la red es cada vez mas tupida, que a los clásicos se les unen las obras del siglo XX, las que se acaban de editar en el XXI, las que pronto florecerán explosivamente en soporte digital sin necesidad de filtros editoriales, contactos o favores....
¡Cuánto trabajo se nos viene encima!

Pero no hay que agobiarse, sería estúpido.

Hay tiempo para irse deleitando con el hilo de la madeja del que nos apetezca tirar.

Ahora me he ensimismado en mediados del siglo XX, y últimamente en mujeres (la citada Gaite, Rosemund Pilcher), y me asombro de cúanto han cambiado para nosotras (para bien) las cosas en relativamente muy poco tiempo (para lo que la humanidad viene siendo, claro).

Sé que mi brújula apunta ahora a la Matute, que ya le tengo ganas, y a la Wolf, que me mira retadora cada día desde la estantería del recibidor cuando dejo las llaves junto a ella.

Me espera, y estoy lista. Será la próxima en caer.

Y a veces me pregunto...
¿Por qué ahora si y ahora no?
¿A qué viene ahora este interés mío reciente por la posguerra y la miseria moral Barcelonesa de los años cuarenta retratada por Marsé, por Terenci Moix, por Goytisolo?
¿Y por qué de manera recurrente cada cierto tiempo el frenesí por autores ingleses?
¿Por qué salvo Paul Aster y Truman Capote no me han llamado (por el momento) autores norte americanos?
¿Qué fue de esa ola voraz de García Márquez y de rebote otros autores de su constelación, al que deboré y murió de éxito fagocitado?
¿Por qué miro el grueso lomo del Quijote haciendo prácticamente una reverencia cuando mis pupilas se pasean por él como conteniendo la respiración sin apenas rozarlo? ¿Cómo sé que no es aún su momento, ni lo ha sido desde hace veinte años?

Simplemente lo sé. Instintivamente.

¿No es SU momento, o no es MI momento?...

¿Quíen escoge a quíen?

No hay duda.

Ellos me escogen. El objeto escoge al humano. Los objetos nos llaman, como dice mi amado Millás.
El objeto no varía, es el humano que sintoniza o no con el objeto en ese momento.

El objeto es un libro, es un coworking, o un vestido.

Un vestido rojo escotado sólo te lo pondrás en determinado estado de ánimo y momento.
Todas las mujeres en todos los momentos que se pongan un vestido rojo escotado serán prácticamente la misma mujer.

Ya no me preocupa quíen entre por la puerta del coworking y tras verlo se quiera quedar. No me preocupa que encaje con la gente, con el espacio. Si se queda, es porqué el coworking llama, como Hamelin a los niños, a los que encajarán en él. No deciden ellos. Decide el coworking siendo cómo es.

Los libros están ahí, y cuántos más leas más querrás leer, simplemente deja que los propios autores, temas, épocas o estilos, lo que más te haya atrapado del último libro, te muestren los hilos a seguir para escoger el siguiente, formando un eslabón más de una cadena que a menudo se ramifica, se enzarza o vuelve a su zona de confort, cual casilla segura de salida, cuando las prospecciones no han cuajado.

Como reza un dicho oriental, el maestro aparece cuando el alumno está listo"

Poco a poco, libro a libro, en el calidescopio del universo irás atisbando un sentido, una mirada algo menos desorientada, y cada libro te rellenará un hueco vacío que tal vez (seguramente) ignoraras que tenías.

Y luego te cuentan la gran revolución humana que estamos viviendo con los móviles, internet, smart cities y demás cacharrería... Que sí que sí, pero de Calderón hasta hoy se inventó la pólvora, la electricidad y el coche, entre otras cosas, y los sueños, que yo sepa, sueños siguen siendo! En realidad, cincuenta, cien, doscientos años no son nada, las grandes pasiones, las eternas incógnitas y las pequeñas realidades son siempre las mismas... Por no hablar de Homero!

sábado, 22 de noviembre de 2014

Fetichismos, amuletos y talismanes

Hoy no va de chamanes.

Va de nuestro apego absurdo a las cosas que nos han acompañado. Nuestra dificultad para deshacernos de ellas. O al menos la mía!.

Hoy he alcanzado un hito en el proceso reorganizador y de adopción de buenos hábitos en el que me veo inmersa: hacerme tuppers en lugar de mal comer por ahí a base de bocatas o directamente no comer, ir de verdad cada semana al gimnasio como mínimo una vez por semana, acostarme pronto, no tener úlceras... etc.

Hoy me he enfrentado a un armario lleno hasta arriba de papeles míos de cuando era algo parecido a algo serio profesionalmente hablando.

¡Y los he tirado todos!

Si. Mis 20 libretas de espirales y tapas duras que siempre me acompañan al lado del teclado.

Me resisto a abandonar el boli, y me gusta ordenar mis ideas, hacer listas de cosas o cálculos rápidos a mano. Ojeándolas ahora veo direcciones de correo de gente que te trae recuerdos de proyectos, números de teléfonos que en su momento no sabías si sólo hablarías una vez o se convertirían en clientes o colaboradores con los que acabarías desarrollando incluso una estrecha amistad....

Cálculos rápidos de presupuestos de proyectos que ignorabas si acabarías haciendo, fichas de proyectos, repartos de tareas, esquemas, diagramas, dibujos geométricos a base de cuadraditos reseguidos acompañando a saber qué conversación telefónica...

Los cuadernos són más personales que las agendas, porque no te limitan el espacio, y tanto puedes anotar una lista de la compra como redactar los antecedentes de un proyecto, o notas de un software nuevo.

Por eso me he resistido a deshacerme de ellas durante tanto tiempo. Las he paseado de mudanza en mudanza, cada vez más numerosas, cada vez exigiendo más volumen de casa para ellas. Y qué me daban a cambio. Hasta hoy que las he tirado no las había vuelto a mirar.

¿Por qué guardamos este tipo de recuerdos? Para muchos encima no siendo personales todavía es más absurdo, pero es que lo de personal es un concepto muy difuso. Para mi Aresta, mi pequeña ingeniería fue mucho, y desde luego, muy personal. Ahora que ya la "dí por muerta" hace unos meses, supongo que todavía tenía menos sentido seguir cargando con su cadáver.

Aunque no negaré que Aresta Ingeniería me dio muchos dolores de estómago, me dio tantas otras cosas que siempre me he sentido muy afortunada de haber podido vivir esta etapa.

Aprendí lo que no está escrito. De cosas técnicas desde luego. Pero también de cómo funcionaba el mundo en el que vivíamos (al menos el de antes de la crisis), de cómo es una empresa por dentro, de cómo responde la gente y de cómo no. A trabajar duro, a amar mi trabajo, a tener ilusión y generar ilusión en los clientes, a tener confianza y generar confianza. A entender que los trabajadores son trabajadores y a no pedirles o no decepcionarme si no hacían lo que en mí salía de natural.

Aprendí muchísimo de mis numerosos errores.

Fui muy feliz trabajando duro, ganando autonomía, sentido de la responsabilidad, confianza y sabiduría, y eso, eso está en las libretas. Pero eso lo llevo yo todavía más dentro de mí.

Quizás no recuerde ese teléfono garabateado en 2005, pero sé que ese nombre, Miguel Teixido, me dio la oportunidad de hacerme valer. Quizás ese presupuesto que salió por mucho más en la realidad vaya a la basura, pero las lecciones aprendidas a la hora de calcular presupuestos se fijaron a mí en su momento y por siempre.

No necesitamos amuletos voluminosos pero vacíos, talismanes que nos recuerden tiempos mejores. Lo que tenía que quedar quedó, marcado en nuestra alma como hormigón impreso.

Podemos viajar ligeros, debemos dejar espacio en nuestras estanterías para lo que vaya trayendo el devenir, y no vivir de joyas pasadas, cuyas enseñanzas ya se forjaron.

El pasado, pasado está. Y el papel, a reciclar!

(Creo que si "maté" a Aresta hace unos meses, hoy le he dado sepultura y esto ha sido la necrológica... Que en paz descanse pues! Te recordaré con una sonrisa)